Epílogo

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Adrien se sentía ligero, libre. Un peso menos sobre sus hombros. Así era el no sentirse culpable.

La mañana escolar estaba en curso, donde un ojiverde sonriente se acercaba donde su novia como lo hacía cada mañana, ignorando como Kim venía a su espalda con una sonrisa maliciosa.

Le dió un beso en la frente removiendo su flequillo, intentando tomar su mano, sintiendola demasiada aspera y grande.

El miró los ojos de su novia, encontrando su ceño fruncido.

-Kim, suelta la mano de mi novio.

Le dijo enojada la azabache al ver como el deportista se había interpuesto entre su palma y la de el.

Adrien al notarlo la retiró rápidamente, tomando la mano de su amada.

Nino que iba llegando con la Adoración de sus portadores, miró algo extrañado como todos estaban tomados de la manos.

-¿Estan jugando a la rueda?

Preguntó el ahora padre adoptivo del hamster.

En la panadería no querian roedores cerca y Gabriel le quería chupar la sangre para después comercelo con puré de papas, nada parecido a que el dios de la destrucción casi partía la tierra en dos al convivir con el hamster.

Aún así no entendían por qué todos creían que Gabriel era un vampiro, si el no mataba ni a una mariposa.

El moreno decidió pasar de largo al ver el ambiente pesado que se había formado, ya que esa era demasiada tensión para un  hamster.

Adrien en cambio miraba con atención las extremidades del chico alto, presintiendo su siguiente acción, aunque en su interior sentía que no iba a ser capá...

Sus ojos casi lanzaron fuego al ver como aquella persona sizañosa y chismosa tomaba la mano contraria de SU Marinette, mirandole con ira.

-Tu mano es tan suave.

Le dijo y la ojiazul miró con algo de miedo a su pareja.

¿Y si Adrien era un extraterrestre infiltrado en el planeta tierra, teniendo el superpoder de lanzar rayos lazer de sus ojos, podiendo lanzarle unos en cualquier momento a Kim?

Nah, tenía que dejar de ver tantas series de ciencia ficción.

En eso Adrien miró fijamente al deportista, el cual sintió terror puro al ver una luz verde imanar de sus orbes.

La azabache por el contrario no podía creer lo que estaba pasando.

En su cara se reflejó el pánico que sentía, al ver como de los ojos de su amado salieron rayos lazer, tan verdes como sus pupilas y tan peligrosos como para desintegrar a quien le hiciese enojar.

Kim había desaparecido a sus ojos, siendo transformado en lo que ella creía cenizas.

-¡Marinette!

Miró al rubio con sus ojos imanantes de luz verdosa, haciendo que ella mire y escuche con pánico los gritos de las personas a su alrededor.

Ella inmovil miró como se acercaba lentamente, mientras ella con sus ojos abiertos como platos apretaba sus puños aterrada.

-Marinette sueltame porfavor.

Le dijo el chico a un metro de distancia de ella, haciendola extrañar al escuchar la voz de Kim en el.

¿Un fallo en la realidad o un fallo de su imagina...

-¡Mirinitti Yiiiiiiiiii!

Gritó Kim con una voz tan aguda que hasta parecía que había pronunciado "i" en lugar de las vocales, sacando de sus pensamientos a la ojiazul, que al reaccionar y a ver al deportista que se retorcía de dolor al ella apretarle su mano con fuerza, lo soltó, sabiendo que eso que se habia imaginado podría ser ganador se varios premios cinematográficos.

Hubiera sido muy loco que eso sucediera en realidad.

Adrien miró con satisfacción como Kim sentía su mano dolida, recordando con una sonrisa la mirada perdida de su chica mientras apretaba con fuerzas la mano del atrevido.

¿Qué estaría pensando mientras rompía los metacarpianos de la mano de Kim?
Seguramente en un futuro a su lado.

-Sabes, me gusta tu apellido.

Adrien estalló por dentro al escuchar como el chico del copete gigante hablaba tonterías.

Parecía que sus nudillos pedían con fervor ser impactados en la cara del deportista.

Kim por el contrario quería ver la posibilidad de que los Dupain lo adoptaran, importandole poco el no sentir su mano.

Marinette negó tomando el hombro de Adrien, diciendole adios al contrario con la palma.

El rubio simplemente la siguió ignorando lo anterior, ya que con tan solo sentir el abrazo de su chica, se calmó.

-No vale la pena, mañana le dolerá peor.

Le dijo acercando su rostro, rosando dulcemente los labios de su amado al sentir que el también se acercaba.

-Es para tener suerte en el exámen.

Dijo Marinette pasando por la entrada, formandole a Adrien un nudo en el estómago.

-¿Qué exámen?

Marinette solo llevó su mano a su boca, preocupada del alumno que Madame Mendeleiev reprobaría si en ese instante no repasaban.

Fin.

Pues este es el epílogo. El final de este libro.

Ojalá y les haya gustado :)

En fin, es el fin.

CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora