Capitulo VI. La moneda de plata

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- Una moneda de plata que produce agua, eso es demasiado friki. - Dijo la chica Warmi.

El inmortal había llegado una vez más al viejo almacén de chatarra, finalmente de regreso en su guarida. Un lugar enorme lleno de fierros viejos y basura que nadie quería. Un lugar que normalmente la gente evitaba.

Aquel recinto solo lo visitaban, ocasionalmente, los recolectores de basura que vivían por la zona. Siempre deseando que la bonita muchacha les permitiera llevarse algo de hojalata, plásticos o tal vez cartones. El metal era todo para aquel hombre horrible que aparecía cada noche conduciendo distintos tipos de autos viejos y oxidados. La reputación de aquel sujeto era más que suficiente para mantener segura a la belleza adolescente que vivía en el viejo almacén. Nadie se atrevía a pensar si quiera sobrepasarse con la señorita del chatarrero. Los maleantes del lugar evitaban a toda costa meterse en líos con aquel sujeto. Tenía muy mal genio y era bastante violento. Se había ganado una mala fama a causa de su brutalidad. Más de una vez quebró los huesos de delincuentes y drogadictos de la zona por casi nada. Y nadie se atrevía a meterle una bala entre las cejas.

Lo extraño es que nunca aceptaba ningún trabajito del bajo mundo. Muchos especulaban que tal vez su oficio estaba a disposición de alguien de verdad importante. Tal vez, se trataba de un asesino a sueldo. Nadie lo sabía con seguridad. Sin embargo, esa fama era más que suficiente para dejar en paz a la señorita.

Las personas marginales que habitaban las abandonadas calles del almacén de chatarra no sabían ni sospechaban que aquella señorita indefensa tenía muy poco de vulnerable y menos aún sospechaban que aquel sujeto era mucho peor de lo que siquiera podrían llegar a imaginar. Por esa razón, la discusión que hoy sucedía entre ellos dos, era completamente confidencial. Nadie husmeaba los asuntos de aquella chica y aquel hombre. Un miedo irreal rodeaba aquel almacén de chatarra como un manto de terror inexplicable.

- ¿Por qué me la entregas a mí? ¿Qué esperas que haga yo con ella? - Pregunto la rubia chica de ojos tan azules que parecían irreales. El inmortal la miraba desde su considerable altura con gesto duro y algo impaciente.

- Eres una ninfa de agua. - respondió con el entrecejo fruncido. -Aquí te llaman Warmi. Espíritu de los puquios, bruja de las lagunas, doncella encantada de los ríos. Tu raza tiene un sinfín de nombres relacionados al agua. Así que espero me des respuestas. - Concluyó el inmortal con su voz rasposa.

- Olvidas que me golpeé la cabeza o algo así y no recuerdo gran cosa de mí, menos de mi pasado ¿Yo no sé qué hacer con esto? - Respondió la muchacha señalando la enigmática moneda y sintiéndose realmente inútil, poca cosa. La atribulada adolescente no sabía nada de su propia naturaleza. Lo único que recordaba de su pasado es que aquel inmortal le salvó la vida arrebatando la de una muerte segura a manos de una turba de campesinos cuando era una niña.

- No necesito que sepas nada. Solo que le órdenes el agua de esta moneda salir de su escondrijo. - Respondió el hombre de forma tosca. - Ordenarle que salga. -

La muchacha se quedó en silencio por un minuto tratando de pensar que como hacer lo que le pedían. Realmente quería ayudar al inmortal en lo que fuera y más de una vez había soñado con que él le pidiera que se una a sus extrañas misiones. En su vida de reclusa a causa de su naturaleza el único mundo que conocía siempre estaba rodeado por gruesos muros y la presencia del inmortal. Finalmente, la impotencia la inundó y estalló.

- ¡Qué yo no sé cómo se hace eso! ¡Entiendes! - Dijo la chica con ojos muy brillantes. Estaba molesta con sigo misma por no poder ser útil al hombre que le salvó la vida y la mantuvo, a su manera, protegida por todos esos años.

- Ordenarle al agua que salga de la moneda Warmi. - Dijo el hombre de forma imperativa.

- ¡No puedo! ¡No sé cómo hacer eso! ¡Y mi nombre no es Warmi! ¡Mi nombre es Illari! ¡Illari! - Grito la chica llorando. Odiaba cuando el inmortal la llamaba por su raza. Ella era algo más que solo una criatura. Illari consideraba a ese hombre como su padre y él ni siquiera la llamaba por su nombre.

El Maldecido InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora