Capítulo 2

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Todo había ido genial. Cuando Abril pasó a buscar a Chris nos vió a Alex y a mí en el sofá abrazados. La saludé como si nada estuviese planeado y les deseé que la pasen bien.


Se preguntarán, ¿qué clase de chico es Christian que hace que su novia lo pase a buscar? Bueno, él iba a pasar por ella originalmente, pero le dijo que estaba atrasado y que si quería podía ir viniendo. Lo único malo es que quedó algo raro que el chico tarde más que la chica arreglándose...


En fin, en cuanto a Alex y yo, vimos películas, nos besamos, comimos pizza, nos besamos, etcétera. Amaba mi vida. Hasta que dejamos de besarnos.


Comenzó a dirigirse a mi cuello y me tensé. No quería que esto pase a más. Pero tampoco quería quedar como una nena de quince que se asusta si le dan un besito. Así que traté de relajarme y acaricié su pelo, mientras pensaba en una excusa que no quede tan mal.


Se encendió mi lamparita.


-Ey, esta es la casa de Chris, ¿sabés? Y no quiero quedar mal... mirá si nos encuentran —él se alejó de mí para observarme a los ojos.


-Sí, tenés razón... -dijo observando al frente, pensativo. ¡Ja, lo había logrado! Nadie evita chicos mejor que yo.- Agarrá tus cosas, no hay nadie en mi casa —dijo levantándose mientras tomaba su chaqueta de cuero del sofá, listo para irse.


-¿Qué? Ah, eh... mirá, la verdad... -justo antes que diga la excusa más estúpida del mundo, tal y como "estoy en esos días" la puerta se abrió y Chris nos saludó con la cabeza.


-Buenas, ¿en qué andan? —dijo acercándose a nosotros.


-Estábamos por... -Alex señaló la puerta pero lo interrumpí.


-Despedirnos —sonreí cortesmente hacia él-. Te acompaño a la puerta.


-Eh, pero...

-Nos vemos -dijo Chris, aparentemente entendiendo la situación. Hicieron su saludo de manos y luego, mi no muy exitosa cita me siguió a la puerta, luego de haber tomado la película que trajo.- Bueno, lo dejamos pendiente —me guiñó el ojo y me acercó por la cintura para darme un beso en los labios. Me separé luego de unos segundos algo avergonzada, fingiendo una sonrisa. ¡Chris estaba mirando! Odiaba besar en público.


-Si, nos vemos —sonreí levemente y cerré la puerta en cuanto se fue-. Dios, te debo una —señalé al techo.


-Ja, ¡a mí me debés una! Te dije que no podías confiar en él. Tuviste suerte de que llegué para interrumpir. —Dijo Chris apoyado en la encimera de la cocina.


-En realidad, no interrumpiste nada —disimulé levantando ambas cejas.


-Sí, claro. ¿Creés que no lo conozco? Y no sólo a él, a vos también, chiquita.


-No me digas chiquita, semáforo.

Los ángeles también visten de negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora