Observé como el sol se ocultaba en el horizonte demostrando como poco a poco el día terminaba su jornada. La brisa, como usualmente se siente aquí en Mondstadt, acarició una vez más mis mejillas, haciendo que cerrara los ojos; el contacto era sutil y suave. Dejé que mi cabeza se inclinara un poco hacia atrás, apoyándome con ambas manos al suelo y extiendo mi espalda a la vez. Era placentero estar en este lugar.Lastima que esta sería la última vez que apreciaría esta vista.
Admiré como el cielo poco a poco se tornaba de un color púrpura, entreviéndose pequeñas estrellas en el manto oscuro que se avecinaba. Suspiré profundo, tratando fuertemente de no dejar fluir todo este remolino de emociones en mi interior. Aquello era lo correcto; la decisión estaba tomada y era la mejor opción para las dos. Y si eso conllevaba dejar todo atrás....
Sacudí mi cabeza para alejar vagamente miles y miles de recuerdos y memorias. Debía pararlos; debía detener cada uno de ellos.
Al intentar levantarme, una de mis manos tocó algo suave, totalmente diferente al césped. Con curiosidad, dirigí mi mirada hacia dicho objeto, encontrándome con unas hermosas flores.
Eran Cecilias.
Sonreí inconscientemente mientras tomaba una del suelo. Sus pétalos blancos se extendían en diferente direcciones, permitiendo que se pudiera apreciar su interior y su delicadeza. Su olor era bastante singular: una mezcla entre rocío y vainilla. Con suavidad, pase mis dedos por los pétalos blancuzcos, dejándome someter a mis pensamientos, entrando a uno de los tantos recuerdos que intenté evitar.
Estaba sentada exactamente como estaba ahora admirando el mismo cielo, pero aquel día era diferente. Apenas había amanecido, alcanzando el sol su punto mas alto en el cielo. A un lado de mi se encontraban algunas pertenencias mías, mientras que al otro lado, acostado sobre el césped se encuentra él...
Kaeya
Recuerdo como mi mano, de forma impulsiva, se dirigía a su cabello. Por alguna extraña razón, su pelo era algo magnífico. Brillante, suave, azulado. Tomé uno de sus mechones dejando que este se deslizara por mis dedos como delicadas cascadas. Sonreí, mientras comenzaba a tomar otros más, apreciando cada detalle de su rostro. Estaba sumido en un sueño profundo, ya que su respiración era calmada y rítmica. Sus facciones estaban relajadas, mostrando a un hombre tan diferente a lo que usualmente aparenta ser. Era como si aquella mascara picara y soberbia al fin se haya caído, mostrando a un joven totalmente normal. Lo único que impedía que admirara su rostro a la perfección era aquel parcho en su ojo derecho. Lo observé por unos segundos, dudando si acaso yo me atrevería a retirarlo para así no solamente comprobar que tiene su otro ojo, sino también como se vería sin el mismo. Pero antes que pudiera actuar, una sonrisa se asomo en su rostro.
-Ahora, ¿Tomamos el lugar de los tórtolos o remplazamos sus roles?- soltó en su característico tono burlón -por que estoy totalmente dentro-
Rodee los ojos. Este hombre nunca se toma nada enserio.
-Siempre lleno de humor, ¿Me equivoco señor Kaeya?- dije. Intenté volver a mi posición original, pero este me lo impidió. Tomándome por la cintura, me atrajo hacia él, cayendo así encima de su torso. Gracia a los dioses, pude poner una de mis manos a un lado en el césped, pero la otra terminó en su pecho haciéndome sonrojar.
-¡Que demonios...!- le solté totalmente molesta pero nerviosa. El solamente rió.
-Silencio- puso uno de sus dedos en mis labios aunque no paraba de mirarme -necesito concentrarme-
-¿Concentrarte?, ¡Por favor!- dije irritada -¿Como piensas concentrarte conmigo....?-
Y como por arte de magia, este había depositado sutilmente una flor en mi oreja. Era una Cecilia.
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Favonius
Fanfiction"-¿Propuesta?, pensé mas bien que era una amenaza- comenzó diciendo. Su tono de voz era calmado, pausado, como si estuviese analizando cada palabra que saliera de sus labios -pero contestando a tu pregunta: No. No encontré nada intimidante en esa pr...