|Prólogo|

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El reloj marcaba las siete con treinta, Steve, es un bioquímico con honores, graduado en una de las mejores universidades del país. No esperaba la hora en que ese moderno, pero desgastado reloj anunciara el momento de su partida. No obstante su jefe, Milton Chales, conocido por ser el mejor en su área en cuanto a avances cientifico-medicos, es de aquellas personas con horarios y metodologías muy estrictas, por tanto Steve debía de esperar pacientemente.
Al ver que aún faltaban unos cuantos minutos, Steve optó por avanzar con el proyecto que le asignó Milton, aunque este se trataba de una de las tareas más delicadas, y por lo tanto difíciles, que le habían asignado. A pesar de varios años de experiencia, todavía no tenía en claro cómo funcionaría aquel plan que su jefe tenía en mente.

-Realizar este tipo de trabajo podría ocasionar una revolución que irían en contra de los estándares éticos-. Se dijo Steve así mismo.

Tomó una pequeña cápsula con lo que parecía contener ADN, y comenzó a introducirlo lentamente en un tubo de ensayo con otro tipo de genoma animal. Luego de agitarlo bien sin fuerza alguna, lo colocó en una jeringa. Se dirigió hacia una habitación donde se encontraba un mono. Tomó la jeringa y se la inyectó.
Lo observó por varios segundos, pero nada pareció suceder.

-Esperaba más de usted, señor Steve-. Dijo Milton desde las sombras.

-No te escuché llegar, jefe-. Respondió él nervioso.

-¿Y cómo va eso?

-Si le soy sincero, es una tarea muy difícil la que me ha mandado-. Confesó Steve agotado-. En la modificación genética se debe alterar un genoma con un gen ajeno.

-No veo complicación alguna-. Milton frío miró de reojo al mono enjaulado-. Las vacunas proceden de los animales en muchos casos, y nuestro sistema inmune se hace más fuerte con ello. ¿Acaso no ves que estoy buscando? Sería un avance enorme para la humanidad. Es la clave para la inmortalidad.

-Con todo respeto señor, ningún ser vivo puede vivir eternamente-Interrumpió Steve-. Además, lo que usted busca es casi imposible. ¿Que un ser humano adquiera las habilidades de un animal?

-Solo necesitamos separar y manipular el segmento de ADN de un individuo para combinarlo con el de otro organismo. Y luego el ADN recombinado se implanta en un ADN vector que proceda como guía para meterlo en una célula hospedadora que lo duplique.

-En si es complicado implementar una modificación entre animales, las células humanas son aún más complejas-. Dijo Steve rendido-. Es más factible que este tipo de alteraciones ocasionen deformaciones, problemas neurológicos o incluso la muerte.

Milton comenzó a perder la paciencia y Steve pudo darse cuenta de ello, intentó calmarlo pero no recibió respuesta. Lo único que pondría a Millón de buen humor es recibir buenos avances en cuanto al experimento.

-Señor ¿Está usted bien?-. Preguntó Steve cauteloso.

-Veo que no comprende la situación, Steve. Lo he contratado de buena gana para que trabaje conmigo y las mejores mentes científicas del país, me atrevo a decir que del mundo. Este experimento debe ser un éxito, más no podré asegurar el bienestar te tu esposa e hijo si no cumple con mi petición. ¿Ahora entiendes la gravedad del asunto?

Steve comenzó a sudar y el miedo se apoderó de él, pensó en la razón por la cual había aceptado este trabajo, no necesitaba dinero, era un científico recibido con las mejores calificaciones y con arduos años de trabajo exitoso. Se arrepentía de haber sido demasiado ambicioso.
No sabía que responderle a su jefe, temía por la vida de su familia más que la suya misma.
Estaba dispuesto a decir algo cuando de repente al mono enjaulado comenzó a darle epilepsia hasta desmayarse. Al ver la situación casi pierde la calma, su jefe lo miraba decepcionado. No obstante se siguió moviendo, y de su espalda parecía querer salir algo. Poco a poco comenzaron a verse plumas, más bien lo que parecían ser alas en crecimiento. Steve estaba asombrado.

-Increible-. Dijo Milton acercándose-. Sabía que lo lograrías, Steve. ¿Cómo es que lo denominas a este virus?

- B-h09, señor.

Steve aliviado ante el éxito del experimento optó por recoger todas sus cosas y guardarlas.

-¿Cúal es el apuro, Steve? Recién comienza el show.

Cada vez que oía su nombre se estremecía. Se aferró a sus cosas.

-Señor, renunció-. Dijo firme pero asustado-. Mi trabajo aquí a terminado.

Steve comenzó a caminar rápidamente, dejando atrás al que fue su jefe, sin embargo al abrir la puerta se hallaban dos robustos guardias obstruyendo el paso. Milton comenzó a aplaudir mientras no paraba de nombrar su nombre.
Steve se arrodilló ante Milton y le suplicó por su vida y la de su familia. Milton lo observaba alegremente.

-Mi querido Milton, es una pena que tu vida haya llegado hasta aquí. ¡Realmente eres muy talentoso! Tus servicios fueron de gran ayuda.

-Se lo suplico, Milton. Tenga piedad.

-¿Ya no me tratas como tu jefe? ¿Te atreves a decir que tu renuncias? Pues no Steve, tu no renunciaste, yo te he despedido. ¿Comprendes?

-Si, señor. Lo comprendo perfectamente.

-Así me gusta Steve. Me encantaría seguir hablando, tomar un café con usted, pero me temo que esto es una despedida. Es una pena que el mundo pierda a un científico como usted, Steve, pero me temo que sabes demasiado y no quiero que esta información caiga en manos equivocadas.

-Señor, tengo que volver a mi casa. Le juro por mi vida que no le diré a nadie sobre el experimento B-h09.

-¿Qué experimento?

-Ninguno señor, se lo suplico-. Steve rompió en llanto mientras implora a por su vida-. Tengo un hijo, necesita de su padre.

-No te preocupes Steve, yo me haré cargo de tu hijo.

Milton chasqueó los dedos y los dos guardias tomaron a Steve de ambos brazos. Intentó resistirse pero fue inútil. Desde ese día no se lo vio nunca más a Steve.

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