DISEASE

Capítulo I: B-h09

Oscuridad era lo único que podía observarse, o por lo menos lo que Siro podía percibir. Éste era un particular joven de cabello y piel tan claro como la nieve, pero profundos ojos rojizos. No cabía duda de que él era parte de un experimento, sin embargo solían apartarlo de los otros más que al resto. Día tras día, junto con un grupo asignado, designado como grupo H, con personas que contaban implantes del virus B-h09, eran puestos a pruebas para ver sus habilidades. Siro conoció a dos de sus más grandes amigos, una chica llamada Crystal, de rubio cabello y ojos esmeralda, y su mejor amigo Iván, de tez morena y oscuros ojos. Así mismo en el grupo se encontraban dos mellizos de ojos ámbar y cabello castaño, siempre apegados.
Las pruebas consistían en ver cuanto poder residían de ellos y que tanto podían controlarse.

Crystal podía desprender unas alas sobre su espalda, y con ellas volar a donde quisiera, con el tiempo aprendió a tomar fuerza y provocar un torbellino de viento con ellas. Puede cargar hasta un humano por viaje, así como también objetos no tan pesados. Su poder residía de un ave

Iván poseía la fuerza de un búfalo, lograba sacar imponentes cuernos en su cabeza y acabar con lo que tuviera delante suyo. Suele depender bastante de Crystal.

Y ambos mellizos, Iris y Uriel podían adaptarse a su entorno cambiando su piel de color, tratándose de una habilidad proveniente del camaleón. Trabajan bien por separado, pero aún mejor en equipo. La desventaja es que debían estar con un traje especial adaptable a su piel para que se transforme junto con ellos.

Y finalmente Siro, realmente él no sabe que habilidad especial tenía, e intentó buscar una explicación por parte de los científicos, pero solo le decían que debía seguir practicando para poder descubrirlo. Es entonces que debía de esquivar todos los ataques provenientes de sus amigos. Pensó que tal vez tendría la velocidad y agilidad de un leopardo, pero desde un principio se dio cuenta de que los golpes eran difíciles de esquivar para él, como si se tratara de un humano normal, además uno de los integrantes del grupo F poseía la habilidad del leopardo y su velocidad era incomparable.

Siempre era la misma rutina, con esfuerzo y bastante tiempo Siro aprendió a esquivarlos a todos con menos dificultad, a pesar de saber que eran por sus capacidades humanas. Luego del entrenamiento todos los experimentos, incluido el del grupo H, volvían a sus celdas solitarias, donde no se lograba ver nada. Siro halló la manera de comunicarse con Iván desde una parte hueca de la pared, y es desde ahí donde su amistad con él se fortaleció.
Las celdas eran bastante pequeñas y poco higiénicas, solo contaba con un retrete, una cama y un juego de cartas que no se lograba ver.

El silencio era abrumador, pero éste se rompió al escuchar la voz de uno de los hombres más temidos por los experimentos; Milton Chales.
Siro notó que se detuvo en la puerta de su celda, acompañado de una resplandeciente lámpara.

-Siro ¿Te echas unas partidas de ajedrez conmigo?

De vez en cuando Milton visitaba a Siro para jugar partidas de ajedrez, él le había enseñado varias jugadas pero nunca pudo ganarle. Nadie pudo.
Acompañado de tres guardias, ambos se dirigieron a su despacho. De camino Siro observó como uno de los experimentos del grupo E era llevado a rastas a una habitación con una calavera en la puerta. Él se resistía y sollozaba pero fue inútil. Este tipo de cosas era bastante usual, solía pasar una vez cada mes o dos meses. Siro se preguntaba si algún día él o alguno de sus amigos acabaría con ese destino.
Tan pronto como llegaron cada uno tomó asiento, le quitaron las esposas a Siro y empezaron a jugar.
Siro siempre jugaba siendo blancas, le había preguntado la razón por la cual todas las veces que jugaron prefería jugar con las negras.

-Las blancas tienen ventaja-. Decía Siro.

-Las negras esperan a que su contrincante ataque, observamos al enemigo y luego contraatacamos.-Respondía Milton.