Capítulo 9: 'Testor Ego'

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Nota:

Espero que disfrutéis el capitulo y muchísimas gracias por leerlo. En este nuevo capítulo he añadido alguna referencia a otra historia que está en proceso y publicaré pronto.
Feliz lectura.

                                                     ~M.   ஐ

...

Estuvimos un buen rato intentando recopilar libros que estuvieran enteros, o a los que no les faltasen demasiadas páginas.

Vimos libros sobre temas inentendibles, al menos para mí.

En particular me llamó la atención un pequeño libro, que a diferencia de los demás, estaba en buenas condiciones.
Lo saqué de una pequeña caja metálica que hacía de protectora hacia el mundo exterior, probablemente la razón por la que el libro seguía entero.

Naan no dejó de recoger libros y clasificarlos en: "posibilidad de lectura", "casi imposibles de leer" y "destrozados".

Era una lástima, porque algunos de los que no leeríamos ni una sola palabra, estaba segura de que contenían información muy interesante.

Guardé el pequeño libro que había cogido entre mi espalda y mi pantalón, cubierto por la camiseta.
Lo tomaría prestado para leerlo más tarde.

Cuando ya creímos haber organizado un poco aquel lugar, nos sentamos, yo en una vieja silla de metal, oculta bajo el escritorio, y Naan en un pequeño archivador vacío, que la elevaba a mi misma altura.

—Bien, ¿y ahora qué?— pregunté tras recapacitar unos segundos sobre la tarea que nos habíamos impuesto.

—Hmmmm...— murmuró ella, pensativa. Apoyó sus codos en sus rodillas. Se encontraba con las piernas cruzadas, tocando el suelo con los pies, y las manos entrecruzadas, juntando únicamente sus dedos índices, en los que reposaba su nariz. —Me parece que deberíamos empezar a leer todo esto— anunció, tras severos minutos analizando mis palabras.

—Ya, pero... ¿en busca de qué?— cuestioné, insatisfecha por su respuesta.

—Anna, no lo sé, no tengo respuestas para todo. Ambas estamos en un punto de partida que no comprendemos— murmuró sin cambiar de posición.

—Perdón— me disculpé.

No quería forzarla, pero siempre que hablaba parecía saber más que yo, y eso realmente me frustraba.
La ignorancia de lo que ocurría o ya lo había hecho me sacaba de mis casillas.

—¿Comenzamos por los más grandes, los más pequeños, los que son más difíciles de leer, los que contienen palabras más sencillas, los menos destruidos...?— soltó sin hacer si quiera una pausa.

—Woahh... — la frené. Ella inhaló y exhaló una bocanada de aire que seguro se había quedado a medio camino entre sus pulmones y las palabras. —... ¿y por qué no leemos al azar?— sugerencia que la obligó a fruncir el ceño levemente.

—Al... ¿azar? ¿Sin ningún tipo de orden? ¿Sin series ni reglas? ¿Eso dices?— dijo todo extrañada, como si no hubiera hecho nada nunca dejado de la mano del destino.

—Así es— afirmé, dejándola completamente descolocada. Suspiré, mientras vi cómo intentaba analizar la nueva información. Casi parecía un robot, incapaz de no acatar órdenes, de hacer nada por ella misma.

—¿Quién sabe? Quizá este es el mejor método que hay para encontrar lo que buscamos— dije, intentando persuadirla de su idea de completo control y orden.

Tardó unos momentos y aunque no pareció convencerle del todo lo que había propuesto, asintió.

—De acuerdo, que cada una busque a su manera— dijo antes de coger un libro.

Diario de un presente apocalípticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora