¿Y la estrella? [Tomco]

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¿Qué puedo decir? Mirando imágenes de la serie, encontré del Tomco, y fue un shipp olvidado para mi xd. Así que, hice mi mejor esfuerzo con esta pareja, disfruten💕

🔓

Sí, no debía ser una sorpresa para él que los demonios como Tom no conocieran exactamente bien las tradiciones de la Navidad, de la misma manera que Star. El único hecho que asimilaba con esa festividad, era el día del Tocón por su ambiente tan familiar y tradicional; pero, en definitiva, esa experiencia no deseaba vivirlo otra vez.

Y el día había llegado, Star fue informada del tema al respecto por él, por lo que no necesitaría que le aclarará las dudas de nuevo. El chico demonio, lo visitó solo para saber que significaba cada parte del árbol, como si de un esqueleto se tratará. O al menos, eso pensaba.

—Marco, no encuentro la estrella sobre la alacena como me dijiste —informó la princesa, formando un puchero al moreno—. Quiero poner la estrella.

—Esta bien, lo harás. Seguramente se encuentre en el cobertizo de atrás, Tom, ¿me ayudas?

—Con gusto. No deseo seguir vigilando que Janna no se coma los dulces —dijo, y entrecerro sus ojos hacia la azabache.

Sentada encima de la mesa, con una mano ocupando la soda y con la otra la tableta de chocolate, sonrió con sorna.

—Touche, Tommy

Acompañando al chico latino, abandonaron la casa en dirección a la pequeña choza que se encontraba detrás, esa que había usado junto a la princesa para esconderse de los secuaces de Ludo. Luego de ese accidente, habían decido ordenarla un poco, considerando lo ordenado que era Marco.

Por esa razón, le extraño que no estuviera encontrando una banqueta para subirse y revisar arriba del armario.

—No lo encuentro abajo, el único lugar que puede estar ahora es arriba —mencionó pensativo. Observando con sus ojos chocolates su alrededor, ideó alguna solución—. Tom, ¿puedes subirme?

—Seguro, no debes cuestionar la fuerza sobrenatural de los demonios —murmuró con un tono de orgullo, haciendo que el castaño le respondiera con una carcajada.

—Deja de fanfarronear así, porque no te creeré de ese modo.

Tom le sonrió con el mismo ánimo extrovertido de su persona, mientras se ponía de cuclillas esperando al chico. Él se colocó detrás, subiendo con cuidado sobre sus hombros hasta que estuviera sentado.

De un tirón, Tom se elevó sosteniendo sus pies por seguridad.

—Cielos, pesas igual que una pluma —comentó Tom, descubriendo la mueca del chico como su diversión.

Sin prestar atención al comentario, trató de elevar sus brazos encima de la estantería, sus manos apenas alcanzaron a tocar las cajas que se encontraban allí. Por lo que, poniéndose cómodo, levantó su cuerpo hasta alcanzar a abrir una de las cajas. Era mediana, pero muy espaciosa, pues casi no encontró tanta variedad. Afortunadamente, la estrella estaba oculta entre medio del entramado de luces navideñas en su alrededor.

Mirando esas luces, se le ocurrió una idea, pues no le gustaba desperdiciar las cosas que podrían usarse bastante bien todavía. Por ese razonamiento, tomó la caja entera entre sus manos.

—¿Ya estás, Marco?

—¡Si! Encontré unas luces que podrían servir para decorar la entrada, también las llevaré —dijo entusiasta, inclinando su cabeza para observar su rostro.

—Genial, entonces te bajaré —aviso, dando varios pasos para atrás, de manera que se encontrará frente a la silla como una manera de ayudarlo a bajar.

Confiando de que no tendría nada detrás suyo, una pala que se había caído cuando entraron, yacía oculta de su visión periférica. Marco se dio cuenta de esto, demasiado tarde.

—¡Tom, cuidado!

Su talón chocó contra la pala, y sorprendido del bloqueo en su camino, se resbaló en el acto. Llevando al moreno también a la caída.

Se oyó un gran zumbido desde fuera del cobertizo, que las chicas no escucharon dado la música de Sentencia de Amor que se oía mucho más fuerte dentro de la casa.

El frío del suelo asestó en su rostro como si se hubiera tirado sobre una superficie similar al hielo, la dureza de la madera logró penetrar en su mejilla de la misma manera que el golpe de un puño, algo de lo que ya estaba acostumbrado. Marco lo acompañó, con el mismo aturdimiento.

—¿Con qué fuerza sobrenatural decías? —mencionó sarcástico el chico, Tom cerró sus ojos soltando un leve gruñido.

—No empieces con eso...

Observando a Marco, descubrió que los miraba con una sonrisa cómplice, que trataba de cubrir con el dorso de su mano. Pensó que todavía se estaría burlando de él, pero la dirección en que sus ojos marrones se encontraba, eran sobre él.

—¿Y ahora que demonios te sucede? —cuestiono fastidiado.

Al escucharlo, inmediatamente libero unas grandes carcajadas en su cara, sosteniendo su estómago también.

Cuando estuvo a punto de preguntarle, un hilo de color verde se corrió sobre su cara, sobre su vista de tres ojos. De él, salían pequeñas lamparillas de colores primarios: azul, verde, rojo y amarillo. Eran las luces que mencionó antes, y pensando en ese cableado verdoso, entendió en donde se encontraba exactamente ese cableado.

Alrededor de sus cuernos, enredado. Marco libero más carcajadas al ver su rostro fastidiado por comprender su diversión.

—Me alegra ser tu payaso de fiestas.

—Espera a que las chicas te vean —dijo, levantándose del suelo sin quitar su sonrisa traviesa.

—Ni se te ocurra, no deseo otro chantaje de Janna.

Respondió, observando curioso como el chico tanteó con sus manos el suelo, buscando algo en donde se encontraba. Y finalmente, lo halló. Tomó el enchufe que indicaba el final del cable, y lo conectó con un transmisor de energía. Al instante, las luces sobre él empezaron a bailar en colores, inundando el ambiente como una chimenea.

Marco lo ayudó a levantarse, sin ocultar para nada la sonrisa bromista que le brindaba. Poniendo los ojos en blanco, se permito sonreír por ello, la sonrisa del chico si era contagiosa.

Con pasos lentos, se ubico frente a él, las luces iluminado su camino sobre él. Su cabello desordenado por la caída, y la sonrisa inocente que cubría sus rostro, lo hechizo. Era un espectáculo ante sus ojos.

—¿Y dónde está la estrella?

No respondió, y ni siquiera ocultó, lo hipnotizado que estaba en esos momentos. Su corazón, fue asaltado por pequeños pulsos nerviosos, que se incrementaron al sentir que el pelirrojo tomaba su mano por sorpresa.

Él le sonrió, en un lenguaje sin palabras.

La estrella aquí, eres tú.

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