Era de mañana, día lunes; apenas amanecía y el viento chocaba contra la ventana, cuando entonces, vino la mamá de Circe para levantarla.
—Circe, a levantarse, ya es hora. —decía mientras se acercaba a la ventana para abrir de la cortinas, de tal forma que entrase algo de luz.
—Espera mamá, un poco más de tiempo. —diría algo temblorosa, acurrucándose contra su cama y las sábanas, disminuyendo el frío que sentía—. Tch, ¿por qué tengo que ir? —comentó algo molesta, viendo a su madre abrir de las cortinas.
—Vamos, se te hará tarde para el primer día. —Dio media vuelta y miró a su hija, así mismo notando que no tenía entusiasmo en su mirada.
En ese momento, Circe dirigió su mirada al suelo, para evitar que su vista se cruzara con la de su madre.
—¿Qué tiene de especial el primer día? Bueno, de todos modos no importa. —Se levantó, para luego sentarse en una orilla de la cama con los pies hacia el suelo.
—Iré a prepararte el almuerzo, baja cuando estés lista. —Caminó hasta la puerta del cuarto para salir de este e ir a la cocina, bajando las escaleras.
—Claro... —miró sus pies y de pronto el suelo.
Siguiendo de esto, Circe buscó su uniforme, por supuesto, se alistó en unos cuantos minutos. Ya estaba lista para bajar, pero antes repasaría si algo le faltaba.
—¡Circe! —gritó la mamá a su hija para que ésta se apurase.
—¡Ya voy mamá! —gritó de vuelta mientras miraba su cuarto por fuera. En seguida bajaría las escaleras.—Toma. —le daría el almuerzo a Circe, para después tomarla del brazo y llevarla afuera de la casa—. Ya casi entran, tenemos que apurarnos. —Cerró la puerta de la casa con las llaves e iría hacia la puerta del carro para abrirla—. Súbete.
—¿Dónde está papá? —preguntó mientras abría la puerta del carro y se subía en la parte de atrás.
—Se tuvo que ir ahora temprano. —Encendió el auto y comenzó a acelerar—. Espero que no vayamos tan tarde.
Lenore condujo varios minutos hasta llegar a la escuela, mientras tanto que Circe guardaba de su almuerzo en la mochila. Al llegar, estacionó el auto en la puerta principal. Había otros carros que, igual que ella, apenas estaban llegando.
«Menos mal, también hay otros» —pensó soltando un suspiro de alivio.
—Al parecer llegan igual que nosotros, mamá. —mirando a los niños bajando de sus transportes para entrar al escuela.
—Lo sé, hija. Bueno, esta es tu parada, ¿Acaso no estás alegre?, es un día maravilloso. —miraría por el retrovisor para ver cuál sería la expresión que pondría su hija. Mirándola alegre.
—Supongo que lo es. —mirando hacia abajo abriría la puerta del carro y saldría, acto seguido de caminar en dirección a la entrada.
—¡Que tengas un buen día!, ¡No hagas travesuras y has amigos! —gritaría con emoción con intensión de alegrarle el día a su hija, aunque lo dudaba. Mirando como se va, arrancaría para así regresar.
«¿Amigos? Seguro que sí...» —pensó algo dudosa y sarcástica, sabiendo que jamás tendría algo como eso.
Al llegar a la entrada de la escuela, Circe tendría algo de miedo, ya que tan solo observar del pasillo que este posee le darían escalofríos. Caminando durante el pasillo, uno de los niños que estaría en el mismo salón de Circe la vería, prosiguiendo a acercársele.
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Did you know it?
Misterio / SuspensoCirce Gretchen, cuya niña de tan solo 13 años de edad, con apariencia de baja estatura; la cual oscila entre 1.50 y 1.55 metros de altura, de cabello castaño oscuro y ojos rojos oscuros, se vería profundamente perdida en una paranoia, al confundir l...