Capítulo 2

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No paro de dar vueltas en la cama. Estoy despierta hace como una hora y no puedo volver a dormirme. Todavía resuenan en mí cabeza la palabras de Harry "mañana a las nueve te quiero en el cuarto de juegos, completamente desnuda. Hace todo lo que tengas que hacer antes, pero a esa hora te quiero ahí". Todavía falta otra hora más.

Salgo de la cama y llamo mediante el teléfono que está en la mesa de luz  para que me traigan el desayuno. Mientras lo espero, voy al baño a lavarme los dientes y hacer mis necesidades. Me desnudo y cubro mí cuerpo con una bata. En ese instante, llaman a a puerta con el desayuno servido. No me permito disfrutar del yogurt con cereales, ni de las rodajas de fruta. Estoy hecha un manojo de nervios.

Muy lentamente pasa el tiempo y, cuando faltan cinco minutos para las nueve entro a la "habitación del terror". Me  posiciono tal como a él le gusta y espero. No sé cuántos minutos pasan, este cuarto tiene este efecto en mí: pierdo la noción del tiempo.

- Muy bien, la perrita es puntual.- me acaricia el pelo tal como si fuera una mascota- Así me gusta.

No lo miro a los ojos, no porque no quiera, sino porque me da miedo.

- En cuatro- me pongo tal como el quiere- Estuve pensando mucho qué hacer con vos, para que aprendas cómo comportarte con tu amo. ¿Sabés por qué te estoy castigando?

- Si, amo- respondo en un susurro, sin mirarlo a los ojos.

- Porque me desobedeciste. Cuando te ordeno algo, lo tenés que cumplir. Para empezar- dice mientras se sienta en un un sillón con un gran respaldo- vas a venir gateando y te vas a rocostar sobre mis piernas, con la cola en el centro- sin darme cuenta, como si de un hechizo se tratara, me encuentro haciendo lo que me dicta. Nuevamente estoy a su merced, como desea- Ahora, te voy a dar veinte azotes y vas a ir contando. A medida que lo hagas, vas a disculparte con tu amo y le vas a jurar que nunca más lo vas a volver a contradecir. ¿Entendido?

- Si

- Si, ¿ qué?

- Si, amo- no pasan ni tres segundos que siento el primer golpe. Sin poder evitarlo gimo de dolor, sorprendida por su brutalidad- Uno. Perdón, amo. Nunca más lo voy a desdobedecer- apenas me callo, llega el segundo y así sucesivamente- quince, perdón amo. No lo voy a.... desobedecer nunca más- me duele el culo. El primer azote fue una caricia a comparación de los siguientes. Sigo contando a medida que lloro abiertamente: dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve y veinte. Para cuando terminamos, creo que no voy a poder sentarme por un largo tiempo.

- ¿Viste que no fue para tanto?- ¡¿Que no fue para tanto?!- Ahora tenemos que resolver un problema. No es cuestión de dejarte el culo rojo y listo. Tengo que educarte. Hoy estás siendo castigada (todavía no terminamos con el castigo) porque ayer no aguantaste y acabaste antes de tiempo, así que- prosigue mientras, con una seña, me ordena ponerme de pie y va a buscar algo a un estante- hay que cambiarlo.

No puedo ver lo que hace, pero escucho cómo abre y cierra cajones. - Acostate en la mesita que ves a tu derecha, con el culo rojo bien al borde- me dirijo hacia la dichosa mesa y me acuesto. Espero unos minutos hasta que se acerca- Ahora vamos a recrear el juego de ayer de una forma que te permita aprender. Separa las piernas hasta tocar las patas de la mesa. Así, perfecto- lo primero que escucho es el "click" de algo cerrándose y a los segundos otro igual. Me acaba de esposar las piernas a la mesa, no las puedo juntar. Y ahora está haciendo algo en los muslos para que se mantengan muy abiertos. No lo puedo creer. Oficialmente estoy abierta de piernas frente a este hombre- Lo mismo con las manos- lo escucho decir e inmediatamente obedezco. Tuve suficiente castigo por un día. Siento cómo ajusta las esposas alrededor de mis muñecas y las une a la mesa.

- Amo...- intento decir, pero me calla con una seña.

- Nada de hablar, perrita. Lo único que va a salir de tu boca, son gemidos- se aleja otra vez y, cuando regresa, me coloca un antifaz. ¿Qué tiene este hombre con taparme los ojos?- Ahora, vamos a hacer lo mismo que ayer hasta que considere que aprendiste la lección.

La sumisa de Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora