Aislamiento

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Notas de la autora: No estaba muerta, andaba de parranda xd

Ahora si escribiendo en serio, agradezco a todas las personas que me han apoyado y le han dado una oportunidad a este fanfic, son preciosas y tienen un lugar en mi corazón. Lamento haberles dejado sin noticias y sin actualizaciones por una semana, pero las buenas noticias son que finalmente soy libre de mis responsabilidades en la universidad, por lo tanto, tendré más tiempo libre para dedicarle al fanfic y cumplir con el horario que había dicho en un inicio (martes y sábados)

Sin más preámbulos, demos inicio al capítulo c:

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El vapor que expedía el caliente té que tenías entre manos parecía danzar cada vez que se elevaba hasta alcanzar un punto donde te era incapaz verlo. Habían pasado unos diez minutos desde que te habías despertado en tu habitación en el castillo de Bakugou, Grace que estaba en una silla junto a tu cama te informó que el rubio te había traido cargada entre brazos, inconsciente y no había querido dar más detalles sobre lo que te había pasado. Salió del lugar sin antes dar una pequeña reverencia con una amable sonrisa diciendo que iría a llamarle, pues era las instrucciones que debía seguir una vez que estuvieses lucida.

Te sentías entumecida fisica como mentalmente. Tus pensamientos estaban dispersos y no sentías la energía para recoger las piezas rotas que conformaban tu ser, las mentiras que tu clan había construido alrededor de toda tu vida susurraban en tus oidos como fantasmas que te atormentaban... algunas lágrimas comenzaron a correr por tus mejillas y un grito silencioso salió de tu boca, tu corazón se hundió en tu pecho haciendo que doliese, tus manos agarraron con fuerza la tasa de té hasta el punto de romperla dejándo escapar el caliente líquido por tus manos liberando una sensación de ardor insoportable.

El rubio ceniza estaba al otro lado de la puerta debatiendo consigo mismo si debía irrumpir en tu habitación o dejarte sola por un tiempo, pero un grito de dolor decidió por él haciendo que golpeara la lámina de madera con fuerza para poder entrar. Cuando te vió en tu cama llorando mirando tus extremidades con cortes y zonas altamente enrojecidas salió corriendo desapareciendo del portal de la habitación.

Regresó segundos despues sosteniendo una vasija con agua fría que se derramaba ligeramente con el zarandeo que propiciaba su rápido andar, se agachó al lado de tu cama y extrayendo sus garras rasgó su capa roja sacando tirones de tela que sumergió en la vasija y luego puso delicadamente sobre tus manos. Algunos quejidos se escapaban de tus labios, pero fuera de ello el lugar estaba sumergido en un completo silencio, agradecías que Bakugou no te estuviese bombardeando con preguntas y que te estuviese dando tu propio espacio...

Terminó sus administraciones envolviendo tu mano con la tela roja haciendo un vendaje improvisado, subió su mirada y sus ojos se conectaron con los tuyos, estuvo apreciando tus orbes por algunos instantes, pensaba que la capa vidriosa de tus lágrimas iluminada por la luz de la luna los hacía ver hermosos pero se sentía culpable que la tristeza fuera la emoción que se reflejaba en ellos. Por tu lado te perdiste en el carmín de sus ojos que brillaba con tal intensidad y fuerza como su propia personalidad, pero el rubio se levantó para enderezarse haciendo que ese momento se cortara abruptamente.

— No te mentiré diciendo alguna mierdilla como "te entiendo" o "tienes que ser fuerte" porque no es verdad. No he experimentado algo similar a lo que estás pasando y negarte tus momentos de vulnerabilidad solo sería algo que un idiota sugeriría...

Te limitaste a girar tu mirada por la ventana, no estabas en el ánimo para soportar sus golpes de superioridad en este momento.

—... y para tu fortuna no soy un idiota. Llora, grita, haz lo que sientas necesario,  pero... después levántate con la frente en alto y grítale a este jodido mundo que aún estas en pie, que no te derrotará tan facilmente porque eres una digna oponente -a pesar de su tono bruzco y fuerte podías sentir sus palabras cargadas de honestidad y tal vez un poco de preocupación. Te giraste para buscar su mirada pero viste que estaba perdida en el paisaje tras la ventana, los nudillos de sus manos estaban blancos al estar apretados con fuerza, recordaste lo que mencionó sobre su madre en el santuario... esta situación pareciera ser trago amargo para él también.

— pero joder (Nombre), ten más cuidado y no te lastimes -con una de sus manos se rascó ligeramente la nuca antes de girar sobre sus talones y dirigirse a la puerta- le pediré a uno de los tontos extras que te traiga las cosas necesarias para una curación apropiada.

Y sin más palabras, se retiró de tu habitación cerrando la puerta suavemente, te sorprendió de sobremanera que hubiese cuidado de ti y que te estuviese dando ánimo aún cuando eras una de sus enemigas más mortales y a la cual debería guardar un inmenso rencor... pero ¿por qué se comportaba tan... amable contigo? Aunque estuvieses confundida sobre su forma de actuar, agradecías que estuviese pendiente de ti...

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Bakugou aplazó el ritual que había planeado para ti y ordenó a sus dragones más confiables hacerte compañía mientras de acostumbrabas al nuevo lugar en el cuál residirías. Había pasado un mes desde que la pandilla intentaba ayudarte a abrirte a la amistad que te ofrecían:

Kaminari un jovial dragón de cabellos rubios y algunos mechones azabaches en forma de rayo te pedía que lo acompañases a hacer algunas bromas a sus compañeros, momentos que te sacaron alguna que otra risa, cosa que le sorprendió y alegró la primera vez que sucedió. Una fémina de piel rosada y cuernos amarillo pálido llamada Mina te presentaba a algunos de sus conocidos que paulatinamente dejaron de asociar tu presencia con el peligro haciendo que te sintieras más cómoda al rondar por las islas flotantes. Sero, un chico de cabello azabache y amplia sonrisa te daba pequeños toures por algunos lugares del reino dragón para que te sintieras familiar con tu nuevo hogar y pudieses caminarlo por tu propia cuenta.

Y finalmente Kirishima, quien ya habías conocido en las mazmorras del castillo te acompañaba cada que tenía tiempo libre entre sus prácticas y misiones, encontraste en él una personalidad tan... brillante y alegre que te sentías cómoda con su presencia, haciendo que te abrieses a él en los pequeños momentos en que bajabas la guardia.

Por su lado, el rubio ceniza iba a tu habitación todos los anocheceres para asegurarse que tu estado anímico mejorara por poco que fuera. Algunas ocasiones que no podía visitarte ordenaba a Grace llevarte golosinas con la excusa de que eran algunas sobras de su merienda y que no permitiría desperdiciar tales manjares.

A pesar del esfuerzo de los dragones por ayudarte no podías evitar la sensación de que todo era parte de un plan, que te necesitaban de alguna manera y que por ello eran tan persistentes por mantenerte en buen estado, eras una de sus herramientas y nada más. Creías que sería algo molesto pero... lo habías aceptado. Si tu propio clan lo había hecho... ¿por qué no dejar hacerlo a quienes se mostraban más amables y generosos que ellos? pensabas que al menos habías dado con mejores dueños...

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Cielos... eso fue emocional, pero necesario.

Siento que la historia va lenta, pero para ser honesta quiero hacer un desarrollo tanto del fanfic como de los personajes, ver como interactúan y se generan las experiencias para crear relaciones entre ellos.

Gracias por su paciencia! :D espero que tengan un lindo fin de semana!

Fuego y Acero || Katsuki Bakugou X Lectora [en hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora