not what it looks like.┊nomin.

v: we'll be counting stars

Al despertar al día siguiente, Jeno sentía un fuerte y constante dolor en su nuca y la zona frontal de su cabeza, como si hubiese estado golpeándose constantemente y por un buen rato la frente de su cabeza con su escritorio y su nuca con el respaldo de la silla. Pero, claro, eso era imposible, ya que ni siquiera estaba en su habitación como para poder haberlo hecho.

No fue difícil averiguar que estaba en la habitación de JaeMin; primero que nada, su aroma inundaba toda la habitación de manera tal que para ajenos resultaría casi invasivo y vomitivo, pero Jeno lo adoraba. En segundo lugar, no tenía problema alguno estirando sus piernas, lo que indicaba que la habitación estaba en realidad completa y enteramente limpia, rasgo característico de JaeMin, que no dejaba sus cosas ni su ropa tiradas y amontonadas en la cama, a diferencia de él.

La luz de la habitación estaba apagada, y JaeMin tenía tan sólo una pequeña ventana en la cabecera de su cama que solía mantener tapada con una cortina hasta luego de despertar, por lo que Jeno no podía ver mucho más allá de sí. Reconoció el cuerpo de Na al momento exacto en el que abrió sus ojos, pero no era capaz de verlo exactamente.

"¿Nana?" Preguntó, rasgando sus ojos, incorporándose un poco. JaeMin estaba recostado a su lado, aún algo dormido pero con los ojos un tanto abiertos, enfocados en su techo. Cuando escuchó la voz de Jeno, volvió el rostro hacia el mayor, y sonrió ampliamente. Jeno le imitó. "Buenos días, Nana."

Como era normal, dejó un beso en su mejilla y se acomodó sobre su pecho, permitiéndose cerrar los ojos y dejando que su cuerpo entero fuese invadido por una sensación de seguridad y pertenencia, como si él debiese estar a su lado realmente, sin importar qué. Era un sentimiento que estaba siempre posado en el pecho del omega, como si hubiese encontrado el lugar al que pertenecía en el mundo. No podía negar que la idea le encantaba, y le mantenía fantaseando despierto casi todas las noches.

"Jeno, ¿recuerdas algo de anoche?" Preguntó bajito JaeMin, luego de tal vez unos 30 minutos, hablando con delicadeza y cuidado. La mandíbula de Jeno se tensó, al tiempo que asentía con levedad. Había guardado la esperanza de no tener que hablar del tema, pero era evidente que no tendría chances de escapar a esa conversación.

"Te juro que no inicié nada, Nana, te juro que no. Cuando intentó llevarme a los cuartos intenté resistirme, lo juro, yo..." Jeno se había incorporado y miraba nervioso a JaeMin, quien le observaba con el ceño fruncido, confundido. Se incorporó despacio, tomando el rostro de Jeno y dejando un beso en su frente, acariciando sus mejillas al hacerlo.

"No te estoy culpando ni nada por el estilo sobre lo que pasó anoche, Nono. Jamás haría eso, ¿sí?" Habló bajito, como si fuese un susurro, intentando intensificar su aroma en busca de calmar al omega. Parecía funcionar. "Sólo quiero saber si estás bien, es todo lo que me preocupa."

Una vez JaeMin se hubo asegurado que Jeno estaba más tranquilo, y éste le hubiese asegurado que estaba bien, se levantó de la cama para poder cambiarse de ropa. Planeaba permanecer todo el día en su casa, pedir comida de ser necesario, pero dedicarse a estar acostado en su cama o en el sofá. Le separó algo de ropa a Jeno, unos shorts de pijama y un remerón diferente, mientras que él decidió colocarse unas bermudas sueltas y una musculosa rosada que le iba demasiado grande y casi parecía que se le caía.

Luego de vestirse, y luego de haberle preguntado a Jeno si ya se había vestido (le estaba dando la espalda para no molestarle ni causarle incomodidad), JaeMin se había dirigido hacia la ventana y había apartado la cortina. Y fue entonces que el horror y el terror se desataron dentro del pecho de Jeno.

El omega pegó un salto de la cama tan repentino, que terminó enredado en las sábanas que habían usado la noche anterior, y casi cae en seco al piso, arriesgándose a romperse la nariz. JaeMin le observó horrorizado y preocupado, acercándose al instante para preguntar si estaba bien o si le había sucedido algo. Pero, antes de poder emitir siquiera una palabra, Jeno tomó su rostro con delicadeza y comenzó el bombardeo de preguntas, preocupado.