Capitulum quinque: La rebelión.

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La piel tibia del ser amado frente a él haciéndole erizar los cabellos con tan sólo un simple roce.

Hacía ya un par de años que Lucifer experimentaba en carne propia sensaciones que no eran dignas de un ser celestial.
Lujuria y deseo desbordando sus poros. Un corazón latente con fuerza dentro de su pecho, y cosquillas que estremecían sus alas, agitándose con emoción.

Su cuerpo sintiéndose debilitado cada vez que aparecía ante su vista aquel par de ojos verdes, que le quitaban el aliento.

Cuando quisieron darse cuenta, ambos habían caído enamorados. Pero el amor entre criaturas celestiales estaba terminantemente prohibido en el Edén.
Los Ángeles jamás serán capaces de experimentar los deseos que llevan a los mortales a pecar. Se trata de seres superiores creados a semejanza de Dios, por lo que tentar sus almas a vivir la lujuria de los humanos es inaceptable.

El Padre así lo había dictaminado, y ningún ser en su Reino se había atrevido a ir contra sus órdenes, jamás.

Pero el Todopoderoso nunca imaginó perder el control sobre su primera y más amada creación. Sin embargo, lo hizo.

Lucifer ya no respondía a sus deseos sino que, por el contrario, seguía a pie de la letra los que su propia piel le susurraba.

"Harry".

Sus anteriores nombres, otorgados por el Padre de Todo, ya no eran significativos para ellos. Así que decidieron cambiarlos, creando algo que les pertenecería a ambos, algo totalmente íntimo, sólo suyo.

Lucifer escogió "Louis" como nombramiento, mientras que Tamiel eligió “Harry”.

Eran designaciones que sólo utilizaban en presencia del otro, ante la intimidad de sus encuentros. Donde nadie podía escuchar las promesas de amor que se profesaban constantemente, cuando sus labios hambrientos rozaban y las caricias abundaban, explorando lo desconocido.

Sus encuentros secretos y emocionantes, se volvieron cada vez más frecuentes. Ya no había temor por ser descubiertos.

Querían gritar su amor al cielo, y así demostrar ante los Reinos que experimentar sensaciones humanas no los hacía menos poderosos. Al contrario, les daba una fuerza extrema que ellos desconocían, algo que les brindaba energías y una razón para seguir creando.

Las ansias del ojiazul por vivir aquel amor en libertad lo llevaron a persuadir al resto de sus compañeros Ángeles con historias que pretendían demostrar cómo aquella sensación los volvería extremadamente dominantes. Incluso mejores que el mismo Creador.

La palabra de Lucifer se fue transmitiendo rápidamente entre las demás criaturas, comenzando una rebelión que, se sabía, probablemente acabaría con el Reino celestial tal como lo conocían.

Fueron los envidiosos de su amor quiénes lo delataron ante el Padre, generando que la furia de éste explotara, descargándose brutalmente contra ellos.

Por primera vez en la historia de la creación se abrió una brecha entre los seres aliados al Padre y aquellos que se levantaban contra él, deseando experimentar libremente fuera de sus órdenes.

Y de pronto, habían dos líderes.

Lucifer contra el Todopoderoso Dios Celestial.

Dos bandos.

Una batalla que podía ser ganada por cualquiera.

Una causa por la que pelear.

El inicio de los ángeles caídos.

Lucifer y el Angel Caído.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora