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Había huido: no sabía muy bien cómo lo había logrado pero lo había hecho. No podía regresar, tampoco era algo que quisiera, pero los hombres tras él no lo iban a dejar escapar.
Corría rápidamente, con sus patas sin hacer ruido en la oscuridad. Él era rápido y más astuto de lo que la gente pensaba. ¿Qué se puede esperar de un joven omega que nunca tuvo que hacer nada en la vida?
A pesar de eso, Lee Felix no era el inútil que todos veían. Para hacerse un idea de lo que el chico podía pensar, había logrado liberarse en el barrio pesquero de la ciudad, el olor a mar y a sus animales iban a distraer a sus guardias.
Por otro lado, se había puesto perfume con la excusa de "estar presentable" para otro de sus pretendientes. Y por último, se revolcaba en la basura del barrio para disimular aún más su olor.
Su aroma tan dulce, muchas veces comparado al de los dulces de chocolate con cereza, era demasiado distintivo y su peor enemigo en la huida.
Sin tomarle importancia a esos detalles, él corría libre siguiendo a su corazón, agitado en su pecho podía sentir la presencia que tanto lo atraía desde hacía tiempo: según él (y respaldado por su abuelita), su alma predestinada.
A pesar de que lo sentía lejano, nunca había estado tan cerca; así que casi probando suerte, intentó llamarlo. El llanto vino desde su corazón pero no salió por su hocico, se mantuvo en su interior con la esperanza de que sea escuchado.
De pronto sintió la cercanía con su predestinado aumentar cada vez más. Aunque no conocía esas calles sabía hacia dónde ir; siguió llorando en su interior para que su otro lobo lo encontrara.
Escuchar las voces de sus guardias sólo lo asustó más y por un momento temió que lo hubieran encontrado pero los hombres siguieron buscando por otro lado, él los vió pasar mientras se escondía tras unas bolsas apestosas de basura.
Felix escuchó los pasos acercarse; la presencia de la otra persona fue lo que le dió tranquilidad, lloró una vez más por quien se encontraba a unos metros de él.
De nuevo, Changbin tomó la bolsa de basura sin nadie esta vez para despertarlo, la corrió bruscamente con su lobo interno despierto y arañando por proteger a su algo.
Vió con confusión la bola de pelos que se escondía tras la basura, de un pelaje blanco sucio, un cachorro canino alzó la vista hacia él: los ojos de un cálido marrón, hicieron al bajito querer protegerlo ante toda costa.
Sin pensarlo y tomando al animal en brazos, acarició bajo el mentón a la criatura. Al verlo temblar, abrió su saco y lo acunó dentro de este.
En el camino notó el collar que rodeaba el cuello del pequeño pero no llegó a leer la placa en la oscuridad, lo que sí pudo notar fue el olor del animal a pesar del hedor de la suciedad y la basura que lo cubría: era dulcemente agradable, como su dulce favorito de niño, como una linda tarde en el parque, comiendo chocolates y cerezas con su familia.
Llegando al edificio donde vivía, entró rápidamente mirando hacia todos los ángulos por si alguien lo veía, ya que en el lugar no se permitían animales. Al entrar, cerró la puerta de su departamento con un suspiro de alivio, ya que no había encontrado a nadie.
El corte se había ido, así que fue encendiendo las luces del departamento conforme avanzaba. Su hogar se conformaba de dos cómodos ambientes: primero, el comedor-cocina, y luego de pasar una puerta estaba su dormitorio, donde pilas de libros adornaban tanto el escritorio como el rincón junto a este.
Mirando al animal en sus brazos y viendo cómo la mugre hacia su pelaje blanco amarronado, lo despertó, llevándolo al baño.
—Bien, perrito —dijo en tono paternal—, hay que darse un baño para quitarte toda esa mugre. Primero vamos a sacarte el collar para que no se moje… —Changbin rebuscó una forma para quitarlo, pero vió que tenía una especie de candado con contraseña numérica y suspiró—.
¿Qué clase de loco protegería a un pequeño perrito con contraseña?
—Bien, parece que vamos a bañarnos con collar, amiguito —anunció en tono de derrota—.
Colocó el tapón de la bañera, abriendo el agua caliente y luego regulando el agua fría hasta lograr la temperatura que quería, llenando apenas unos diez centímetros, cerró el agua para meter al animal en ella.
Lavó suavemente el pelaje del cachorro; cuando ya estuvo limpio, tomó un poco de shampoo para pasarlo por su cuerpecito. El cachorro blanco permaneció totalmente tranquilo durante todo su baño, dejando que el mayor lo lavara sin moverse ni un poco.
Cuando el azabache terminó de secarlo, lo volvió a tomar en sus brazos para llevarlo hacia la cama, donde abrió las sábanas para acomodarlo en ella y luego taparlo cariñosamente.
Él no usaba mucho la calefacción, por lo que su cuarto estaba bastante frío; en cambio, gastaba en frazadas gruesas para abrigarlo, ya que le parecía mucho más económico que gastar en cuentas de gas.
Una vez dejado al cachorro tapado, se desvistió con mucha comodidad, dejando sus prendas en la bolsa que tenía apartada para el lavadero y como era costumbre de todos los días, se dirigió desnudo hacia el baño.
El pequeño lloriqueo del cachorro lo hizo voltear, desde el umbral de la puerta del baño, vio hacia su cama. Unos ojitos marrones brillaban apenas asomados sobre las sábanas y unas orejas blancas se erguían atentamente, Changbin lo miró con ternura desde donde estaba.
—Quédate ahí, cachorro. Papi ya vuelve —avisó antes de entrar al baño para ducharse—.
En la ducha, Changbin se dedicó a pensar qué iba a hacer con el cachorro: por más que su corazón quería quedarse con él, si tenía un collar era porque debía tener un dueño y que debía ser extrañado. Así que decidió que lo devolvería, pero no iba a salir pasadas las ocho de la noche para preguntar si alguien había perdido un perrito.
Pensó que en verdad, no se había dado cuenta cuándo fue que su lobo interior se volvió a ir y no pudo ubicar el momento exacto. Aunque aún podía sentirlo tranquilo en su pecho, era algo leve, pero más fuerte que la monotonía con la que vivía su día a día.
Se secó rápidamente, luego dejó la toalla en el gancho del baño y salió de este de la misma manera que había entrado. Se dirigió automáticamente hacia su guardarropa junto a la puerta del baño y de espaldas a la cama, colocándose los calzoncillos y una remera grande, se dispuso a dormir.
Pero al voltear y ver hacia la cama, el cachorro ya no estaba: en su lugar, un chico de pelo rubio cálido, dormía en posición fetal abrazando las sábanas. La sorpresa fue tal que Changbin retrocedió, tropezando con sus pies, cayó al suelo duramente.
El ruido hizo que el chico dormido se despertara, para ver a Changbin con una mueca de dolor mientras se frotaba el trasero.
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Delta || Changlix
Fiksi Penggemar°•°•° Donde Felix es el omega más deseado del momento y Changbin es un delta solitario. •°•°• ────⊰ ♡ ⊱──── • Stray Kids Alternative Universe (AU) • Changbin × Felix (Seo alfa / Lee omega) • Mención a otros shipps y grupos •...