Capítulo 27

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No sé qué pasa. Debería estar muerto, pero no estoy seguro de estarlo.

—Bien hecho —Acyor permanece acuclillado junto a mí —. Gracias por detener a Tireo.

—¿Ahora sí estoy muerto? —él ríe y niega con la cabeza mientras me ayuda a levantarme.

—No, pero casi lo logras esta vez. Debo admitir que eres bastante fuerte.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunto.

—Porque no podía permitir que Lycaon siguiera teniendo más hijos. Cuando me di cuente de que Linus era ese hijo que buscaba tener, tuve que hacer algo para evitar que siguiera buscando. Pero tuvo dos hijos con esa sangre. Solo que Tireo no lo sabe.

—Esto nunca fue por liberar a Lycaon de su pecado...

—Esa noche no me di cuenta. Pero cuando clavé la daga en el pecho de mi padre mientras dormía, no noté la presencia de Tireo en ese lugar. Maté a Lycaon frente a sus ojos —su expresión demuestra culpa —. Su verdadero plan era eliminar a Linus para vengarse de mí. Porque sabe que Linus es tan importante para mí como lo era Lycaon para él.

—Entiendo.

—El último hijo de Lycaon es el que está destinado a eliminarlos a todos por su razón más fuerte. Y la de Tireo era la de vengar a su padre.

—¿Qué pasó con eso del que ama y el que odia?

—Lycaon no era un gran padre, Inu. Y a Linus le tocó vivir una de las peores partes con él, al igual que ha muchos...

—Desgraciado...

—Tireo estaba ciego porque nunca pasó por lo que él.

—Tengo tantas preguntas que hacerte...

—Pero ya no hay tiempoambos miramos hacia una especie de río en el que se encuentra alguien sentado en una roca —Hay mucho de lo que debemos hablar él y yo. Aquí tenemos todo el tiempo del mundo. Y tú debes despertar.

—¿Cuánto llevo aquí?Acyor ríe.

—Mejor que él te lo digasonríe mirando en dirección contraria —. Lleva un poco de tiempo esperando a que regreses. En tu ausencia se ha estado esforzando por ser más fuerte porque ya no quiere seguir huyendo. Aunque, gracias a ti, ya no tiene que seguir haciéndolo.

Verlo con esa sonrisa me hace sentir muy cálido. Miro a Acyor sin decir una sola palabra y solo comienzo a caminar hacia donde está Riku esperándome con la mano extendida.

—Vamos a casa —dice en cuanto tomo su mano.

—Eso me gustaría.

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Al despertar, permanezco quieto unos minutos mirando hacia el cielo de la habitación hasta desvíar la mirada a mi lado izquierda.

Mi brazo esta cubierto de vendajes al igual que mi torso.

Sigo mi brazo con la mirada hasta llegar a mi mano, que se pierde con la de él. La muevo cuidadosamente y la dejo sobre su cabeza haciendo que se despierte sorprendido.

—Hola, chico... —mi voz suena grave y sus ojos se llenan de lágrimas al oírme.

—Inu... —seca sus ojos torpemente e intenta mirarme con enfado —. Eres un idiota... ¡Siempre tienes que andar arriesgándote por todo! —dice entre lágrimas —. ¡¿Cuándo será el día en el que...?! —lo halo hacia mí y lo abrazo con la poca fuerza que tengo.

El último hijo de LycaonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora