Octavo capítulo

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No podía moverme. Sentía todo el cuerpo adolorido y entumecido. Era como si miles de cuchillas afiladas se hubieran clavado en todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo.

Estaba completamente paralizada por el dolor punzante y la sensación de quemazón en todo el cuerpo. No estaba respirando. No estaba nadando, no estaba haciendo absolutamente nada para salir del agua helada y en lo único que podía pensar era en el dolor.

Era vagamente consciente de las burbujas que emanaban de mi boca y entonces, un dolor más penetrante se apoderó de mis pulmones. No podía ver nada que no fuera agua y trozos de hielo, no podía respirar, no podía pensar, no podía moverme... Fue entonces cuando los vi. Un par de ojos marrones acompañados de unas impresionantes pestañas justo debajo del agua, conmigo. ¿Estaba alucinando? ¿Estaba muriendo?

Era consciente de que todo iba perdiendo nitidez y de que mi visión se estaba oscureciendo por los bordes. Esto era todo. Iba a morir. Iba a perder la vida en un lago congelado.

***

Sentí el agua brotar de mi boca y casi me atraganto con ella. Me giré sobre mi cuerpo y comencé a toser violentamente mientras las arcadas me invadían. Vómito acuoso salió de mi boca y jadeé fuertemente en busca de aire. El aire no estaba entrando a mis pulmones y comencé a jadear con más fuerza. ¿Dónde demonios había dejado mi inhalador?

Estaba a punto de congelarme, tenía todo el cuerpo entumecido, temblaba de pies a cabeza y no podía respirar aún fuera del agua.

Unas manos se apoderaron de mi rostro y luché contra ellas, en vano. De pronto, mi vista se llenó de Lisa. Empapada, tan temblorosa como yo, con el cabello pegado a la cara y los labios amoratados por el frío. — Tranquila, respira. — jadeó con la voz enronquecida.

Yo jalé aire con todas mis fuerzas y Lisa comenzó a inspirar y exhalar aire a un ritmo acompasado, guiando mi respiración.

Seguí su ejemplo y, poco a poco, la sensación de falta de aire se fue desvaneciendo. El peso de los hechos cayó sobre mí como balde de agua helada y sentí un nudo en la garganta. Estuve a punto de morir ahogada.

Lisa me atrajo con fuerza hacia ella y jadeé al sentir su ropa mojada y helada contra mi cuerpo.

— ¡Maldita sea! ¡Maldita sea, Rosé! ¡Casi me muero del jodido susto! — gruñó Lisa, con la voz temblorosa.

Yo me aferré a su cuerpo. Temblando de miedo y de frío. Sus brazos se apretaron a mi alrededor y yo absorbí su cálido gesto. A pesar de todo, me sentía segura entre sus brazos. Lisa era la única persona que me hacía sentir segura en cualquier lugar y en cualquier momento.

Sin decir una palabra, Lisa me ayudó a ponerme de pie y caminamos de vuelta a la cabaña, completamente empapadas, con los patines de hielo en las manos. Lisa me miraba de hito en hito, acercándome a su cuerpo, susurrándome que pronto estaríamos en la cabaña, calentándonos.

Yo me dejé llevar por sus suaves murmullos, permitiéndome sentir a salvo.

Cuando llegamos a la cabaña enredó mis dedos helados y entumecidos con los suyos y me condujo escaleras arriba hacia una habitación vacía.

No había rastros de Jennie y Jisoo por ningún lado. Seguramente seguían encerrados en la habitación principal. Lisa me condujo al baño de la habitación y abrió el grifo del agua caliente, llenando la tina del baño.

El vapor invadió toda la habitación en cuestión de segundos y pude observar cómo Lisa templaba el agua caliente con un poco de agua fría. Su mirada se encontró con la mía un segundo y, sin pedir permiso, me levantó en brazos y me depositó con cuidado dentro de la tina; sin siquiera importarle que fuera completamente vestida.

Though you can see me (Chaelisa G!P Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora