Hace aproximadamente tres o cuatro meses Jungwon empezó a actuar muy extraño; nunca tenía tiempo para nada (esto era extraño, ya que él siempre trataba de hacer tiempo para estar contigo, sin importar su trabajo), duraba horas e incluso días para contestar un simple mensaje, básicamente no estaba prestandote ni una pizca de atención.
Decidiste afrontarlo, no podías quedarte ahí sin hacer nada, no aceptarías ese trato tan miserable hacía tu persona. Te arreglaste para ir a verlo, esperando a que tus sospechas no fueran ciertas... Te dirigiste a su escuela; si bien, deberías de estar en la tuya, preferiste faltar para poder resolver este problema. Al entrar no viste a nadie en los pasillos.
─Cierto, hoy tenía educación física.
Dijiste para tí misma, no recordabas muy bien dónde quedaba el salón de gimnasia, pero llegaste como pudiste, entraste discretamente y subiste a las gradas que se encontraban allí, buscaste con la mirada a Jungwon y para tu " sorpresa " lo encontraste con las manos en la masa: estaba besándose con una chica mientras entrelazaban sus manos. Desde luego esto te hirió mucho, pero sentías más rabia que tristeza.
─Si alguien me contara que vió esto no se lo creería.
Volviste a dirigirte a tí misma, en voz baja, claro. Sacaste tu teléfono lo más rápido que pudiste e hiciste zoom para que se viera bien la foto, mientras tomabas las fotos tus ojos empezaron a aguarse, tus lágrimas definitivamente saliron rápido... Inmediatamente después de tomar las fotos te fuiste hacía casa otra vez, al llegar buscaste unas maletas y comenzaste a recoger todas tus cosas lo más rápido posible.
─No sé qué habré hecho para merecer esto.
Cuestionaste con una voz débil y quebradiza aún cuando limpiabas tus lágrimas. Al terminar de recoger todas tus pertenecías, te dirigiste a la entra de la casa apunto de salir de ella, tristemente Jungwon abrió la puerta antes de que pudieras salir.
─Jagi, unos compañeros me comentaron que creyeron haberte visto en la... ¿Y esas maletas?
─Es sorprendente que aún preguntes, sólo quítate de en medio de la puerta, voy a salir.
─¿Qué? No. No sé qué te habrán contado para que te pongas así, sea lo que sea, no debes creer en nadie.
─Tampoco debo de creer en tí. Nadie me dijo nada, Yang, yo lo ví por mi propia cuenta.
─Hasta que te diste cuenta.
« ¿Por qué sonó orgulloso cuando dijo eso? » pensaste cuestionando casa palabra de esa oración. No dijiste nada luego de eso, simplemente lo apartaste de la puerta y saliste de la casa junto a tus maletas, con destino a: la casa de tus padres.
