No se pide perdón.

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–Sólo... No le digas nada a Brandon de esto. ¿De acuerdo? –Cuestiona alzando una ceja, su semblante era totalmente serio. El menor asintió repetidas veces e incluso llegó a alzar su dedo meñique de la mano derecha para reiterar sus palabras. Fue ahí cuando el pelinegro apartó su mano sin dejar de mirarlo a los ojos, cuando juntó sus labios con los del rubio sosteniéndolo de la mandíbula con suma delicadeza, este no reaccionó, lo único que hizo fue abrir sus ojos de manera exorbitante sin moverse ni un centímetro. El mayor se separó decepcionado musitando un "lo siento" para levantarse y dejarlo estupefacto.

Este se tiró al suelo, su cabeza chocó con tanta fuerza que se vio obligado a cerrar sus párpados intentando procesar por qué no se movió como tanto anhelaba, ya tenía sus sentimientos claros pero no sabía qué hacer, se mantuvo un par de horas con la mente en blanco y cuando por fin abrió los ojos halló un largo camino de chocolates, se sentó, paró y comenzó a recoger los pequeños envoltorios dejándose guiar por estos. Alzó su cabeza para encontrarse con un enorme oso con la palabra "Lo siento", dejó caer los chocolates para salir a encerrarse en el baño con sus ojos y pecho dolidos a más no poder. Cayó aún apoyado en la puerta, juntó sus piernas para hundir su cabeza entre estas sollozando bajo.

Llevaba rato así buscando alguna manera de poder decirle a ese lindo joven: "También te quiero..." se las ingenió alzando nuevamente la mirada, levantándose y saliendo del baño tocó la puerta de la habitación de Noah, dos veces... Nada. Cuatro veces... Nada. Tomó aire e ingresó a duras penas, todo estaba oscuro y susurró.

– ¿Hyung?

Este tenía audífonos y su laptop a un costado, no se percataba de su presencia a lo que repitió.

– Hyung... Yo...

– ¿Qué ocurre pequeño? – Cuando el contrario lo vio no pudo evitar sentirse peor... A pesar de eso, ¿aún podría dejarse llamar su pequeño? –

– Hyung... –Se sentó a espaldas del pelinegro, hablando algo dolido. – Lo siento...

– No tienes por qué disculparte, fue mi culpa...

– No, no... Perdón por lo qué... – ¡Era ahora o nunca! ¡Vamos Eros! – Haré.

Se dio media vuelta encontrándose con la mirada confundida del contrario, sin esperar otra reacción cerró sus ojos juntando sus labios con los del mayor en un deseado beso, el contario no dudó ni un segundo en corresponder acariciando dulcemente su mejilla mientras que el rubio a pesar de ser inexperto rodeó con sus brazos el cuello del pelinegro, este antes de separarse por falta de aire le muerde el labio inferior tratando de no lastimarlo. –

– Lo siento... Es que... –Toma una bocanada de aire, recomponiendo su respiración. – No me resistí...

– No le digas a Brandon de esto... ¿Bueno?

– No lo haré Hyung, téngalo por seguro. –Musita escondiendo su rostro en el pecho del mayor. –

– Está bien pequeño, está bien. –Acaricia su cabello y ríe alertando al menor. –

– ¿De qué se ríe hyung? –Cuestiona quitando su cabeza del lugar mirándolo a los ojos curioso. –

– Es que... Tus labios saben a fresa. –Sonríe escondiéndose él sobre su hombro y lo huele un poco erizando la piel del contrario. – Y hueles a chocolate...

– A hyung... ¿Le gustan las fresas y el chocolate? –Trata de sonar calmado pero se puso nervioso con un par de palabras. –

– Me encantan. –Dijo con una voz ronca nuevamente haciendo que la cara del menor arda y se tiña de diversos colores rosas y rojizos. –

– Eso... Es bueno. –Asintió varias veces. –

– Lo es. –Sostuvo la regordeta mano del rubio y le dejó varios besos en esta. El contrario reía. –

– Hyung, e-eso hace cosquillas. –Su nerviosismo no le ayudaba para nada. –

– Y... ¿Esto te da risa? –Divertido dejó un beso en sus labios para que el menor se vuelva a esconder en su pecho. –

– No... –Susurró casi para sí mismo. – Me gusta...

Más que soulmatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora