Sentía la oscuridad a mi alrededor, fría, y densa, pero a la vez agradable. No había nada, ni siquiera una pequeña luz. Tampoco se oía nada, ni la lluvia ni el tráfico. Silencio.
-¿Será este mi mundo a partir de ahora? ¿Un mundo desierto? ¿Un mundo sin luz, ni sonido? No… No es posible… ¡Tengo que regresar! Tiene que haber una salida… No… No puede ser… Aquí no hay nada… ¡Aquí no hay nada!-Me arrodillé sobre el frío suelo, pensando en mis seres queridos- Mi padre… ¿Que hará mi padre sin mi? Cuando murió mi madre ya cayó en una depresión… No puedo dejarle solo… No estará solo… Estará con Abraxas… No le han llevado, habrán sido alucinaciones… No es posible que se haya ido, y que nadie pueda rescatarle… Y Fay… Tras nuestro primer beso… Mi primer y último beso, yo he desaparecido… No puede ser, ¡no es posible! Jamás volveré a sentir su piel, ni volveré a ver sus cristalinos ojos plateados…
En aquel momento, una lágrima resbaló por mi cara, una detrás de otra...
- Tampoco volveré a sentir aquel magnifico olor de su pelo… Un olor a… ¿Jazmines? ¿Eso que huelo son jazmines? ¿Hola? ¡¿Hay alguien?! –Silencio- ¡¿Hola?! Por favor, ¡¿alguien puede oírme?!
-¡Gales! ¡Gales! ¡Respóndeme por favor! No me dejes… ¡Gales!
Si… era ella, era Fay. Estaba aquí, ¡conmigo! ¿Pero, como? ¿Significaba que estaba ella también muerta?
Y en ese instante, una luz cegadora me sorprendió, una luz jamás vista, una luz a la que me aproximaba lentamente, y la cual me envolvió entero en un profundo despertar. Vi sus ojos, vi sus labios, y sentí el aroma a jazmín, aquel dulce aroma que me hizo despertar. Pero no lo vi de cerca, no lo vi frente a mis ojos…
Sostenía a alguien entre sus brazos… Un pobre chico, tendido en el suelo, con el cabello rubio y medio largo, delgado, de unos 170 cm de altura, de tez blanquecina y con los ojos cerrados. ¡Me sostenía a mí! Definitivamente estaba muerto, y jamás volvería a despertar. Aún así, pude sentir la caída de la lluvia sobre mi piel, y pude ver, como sobre mí las nubes se disipaban, y dejaban ver un tenue rayo de luz.
Alcé la cara, dispuesto a ir donde fuera, dispuesto a huir de aquel lugar, de esconderme y de llorar en silencio, pero no podía, no podía dejar solos ni a mi padre, ni a Abraxas, y mucho menos a Fay. No sabía que hacer, estaba confuso y todo me daba vueltas, era todo muy claro hasta hacía un instante, pero todo comenzó a girar y girar, y de repente, caí.
No entendía nada de lo que ocurría, ni sabía que sería de mí entonces, pero no me importaba, con tal de poder salir corriendo en cuanto llegase abajo, con tal de poder aislarme del mundo, y dejar de ver sufrir a la gente.
Volvió la oscuridad, pero esta vez, había algo distinto, había una pequeña bola de luz, a unos 10 metros de mí. Cauteloso, me acerqué a ella, y la toqué. Una fuerza me empujó, y se oyó una explosión, seguida de un silbido, y allí estaba, ese misterioso ser, el que vi alejarse con Abraxas a cuestas, y que desapareció en la fría mañana.
Aquel ser era extraño. Tenía un aspecto humano, pero había algo que no cuadraba. No era capaz de determinar qué era lo que fallaba. Observé con atención sus rasgos rápidamente. Iba sin camiseta, por lo que quedaban a la vista los músculos abdominales marcados, y unos pectorales fuertes. El pelo rubio, más o menos largo y que le caía por encima de los hombros. Liso, sin un solo rizo u ondulación. Los ojos eran azules mezclados con verde, que hacían de ellos una combinación más o menos plateada. La nariz puntiaguda, pero no en exceso. Los labios de un rojo intenso, delgados. Su rostro era de aspecto juvenil, pero fuerte a la vez. Ni muy débil, ni muy rudo. Un rostro perfecto. Todo ese ser era perfecto. Eso es lo que no cuadraba.
Corrí hacia él, dispuesto a hacer lo que fuera necesario por encontrar a mi hermano, pero la misma fuerza me volvió a empujar.
-Si que eres violento, Gales. Esperaba alguien un poco menos… Agresivo con sus amigos.
¿Amigos? ¿De que amigos hablaba? Yo no tenía amigos, ni tampoco los necesitaba, vivía feliz tal y como estaba, no necesitaba nada más que a mi familia, y a Fay.
- Gales… Tranquilízate. No voy a hacerte ningún daño. Soy Custos, ángel, y tu futuro mentor.
-¡¿Donde te lo has llevado?!- Le grité. Silencio.- ¡¿Que dónde te lo has llevado?! A Abraxas, ¡Mi hermano! ¿Donde esta?
-Oh, ¿te refieres al crío que andaba contigo? Nos lo hemos llevado. Lo hemos dejado en casa, a salvo, y lejos de los acontecimientos. No es muy bueno para su cabeza ver a su hermano muerto, ¿no crees?
-Así que… ¿realmente estoy muerto?
-Bueno, no del todo. Estas en una especia de prueba de valor.
-¿Para que? ¿A donde pretendes llegar?
-Muy sencillo, una prueba de valor para saber si eres apto de llevar a cabo la misión de Dominus.
-¿Dominus? ¿Que es Dominus? ¿Y que clase de “misión” es esa?
-Dominus es quién te ha elegido, y es el jefe de todos nosotros. Y la misión…
-¡Espera espera! –Dije interrumpiéndole- ¿Vosotros? ¿Quienes sois vosotros?
-Somos ángeles, ya te lo he dicho. Y la misión que te nombraba antes de que me interrumpieras, trata de realizar la “Leyenda de las Lágrimas del Paraíso.”
-¿Lágrimas? ¿Paraíso? ¿Que es todo eso? Yo ni siquiera creo en el Paraíso.
-Bueno bueno, estás un poco conmocionado por todo lo que ha ocurrido, será mejor que vengas conmigo, y descanses un poco. Mañana se te explicará todo.
En ese instante, y en contra de mi voluntad, la misma fuerza que me alejó de Custos anteriormente, me pegó a él, que a la vez, desplegaba unas enormes alas, mientras yo me sumergía de nuevo en la oscuridad…
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Lágrimas del Paraíso
FantezieGales, un joven de 17 años solitario, preocupado solamente por su familia y su nueva novia, tendrá problemas al meterse en una pelea por defender a su hermano... Una pelea que no solo se llevaría su vida por delante, sino que arrastrará a prácticame...