✧・゚: "El que vive de ilusiones muere de realidades." :・゚✧
Mi nombre era Hana. Tenía una vida normal, sueños comunes, una rutina predecible... hasta que todo cambió. Un accidente me arrancó de mi mundo y me arrojó a otro que solo conocía a través de...
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Sakura respiraba agitadamente, el aire cortándole la garganta. Cada inhalación era un esfuerzo, y el sonido de su respiración era lo único que podía escuchar. El pitido en sus oídos la estaba volviendo loca, y la sensación de estar atrapada entre el dolor físico y la confusión mental se hacía insoportable.
El suelo bajo sus pies ya no ofrecía resistencia. Sentía el peso de su cuerpo quebrarse, su pierna herida estaba casi inservible, su brazo roto, y el cansancio le arrastraba más cerca de la oscuridad. Estaba demasiado lejos de Konoha para pedir ayuda, y la misión debía completarse a toda costa. La información que llevaba consigo no podía caer en las manos equivocadas, y si fallaba, si no podía llevarla de vuelta a su aldea… debía morir.
Era una de las reglas no escritas de los ANBU, una regla que había aprendido con los años: si un agente no puede completar su misión, no puede vivir para contar lo sucedido. Sakura lo sabía, lo había visto en sus compañeros antes. Y ahora, esa regla se aplicaba a ella.
Con una mano temblorosa, Sakura desenvainó un kunai de su cinturón, el frío metal reluciendo bajo la luz del sol que se filtraba entre los árboles. Lo miró un instante, y en su mente ya veía el fin. La única forma de asegurar que la información no cayera en malas manos era detenerse ella misma antes de ser atrapada o interrogada.
Alzó el kunai, preparándose para acabar con todo, para cumplir con la única regla que le quedaba. Pero, en ese preciso instante, algo cambió. Una sombra apareció ante ella. A lo lejos, la figura se movía rápido, demasiado rápido para ser alguien normal. Sakura parpadeó, sin poder enfocar bien, y por un momento pensó que todo era parte de su delirante agotamiento. Pero la figura se acercaba más, y algo en su pecho le decía que no era una alucinación.
En un gesto casi automático, intentó sostener el kunai con más fuerza, pero algo extraño ocurrió. Alguien más, alguien con más fuerza que ella, le arrebato el kunai de las manos con un solo movimiento. Sakura, desorientada y casi en shock, intentó aferrarse al kunai, pero sus manos no respondían, su vista se nublaba aún más, su cuerpo no reaccionaba.
"No..." susurró con voz débil, mirando hacia la figura, pero sus ojos ya no podían enfocarse. Solo veía sombras y destellos. Intentó mover sus labios, intentó decir algo más, pero el cansancio la estaba devorando. Todo se volvió aún más borroso, y su cuerpo comenzó a sucumbir por completo.
En ese instante, la figura no la dejó caer al suelo. Sin previo aviso, la levantó en el aire, la rodeó con sus brazos y la cargó contra su pecho. Sakura, incapaz de protestar, sólo pudo sentir cómo la oscuridad la invadía mientras era llevada en brazos. Su cabeza se apoyó contra el pecho de la figura, su respiración entrecortada, y el kunai que intentó usar para poner fin a todo ya no estaba en sus manos.
De alguna forma, había sido salvada, aunque no podía comprender cómo ni quién. La calidez de esa persona se sentía tan ajena y, al mismo tiempo, familiar. Pero sus pensamientos ya no podían procesarlo. La oscuridad la arrastraba rápidamente.