Martín González se acaba de morir... pero no. Camina, habla y hace más o menos todas las cosas que se supone que hacen los vivos, incluyendo el tener que asistir a una estúpida cena con su mujer y sus suegros. Sin embargo, algo ha cambiado. Después de verse obligado a enterrar su propio bazo en el jardín, Martín ve la no-vida con otros ojos. Y tiene hambre. Mucha hambre. Historia creada para participar en el desafío de San Valentín de @Humor-Es. La historia está registrada. Queda prohibida toda copia, adaptación o utilización de la misma sin permiso previo de la autora.