Julius Montgomery tiene un don: lee palabras distintas a las que se han escrito. Las letras tiemblan en el papel, bailan en la pantalla de su móvil o saltan entre los carteles de los comercios y después se intercambian el sitio para contarle secretos. Gia Dazzo también tiene un don: ve la vida como si estuviera dentro de una película. Con ventiladores, filtros de colores, cámaras lentas en los momentos más dramáticos y primeros planos que le hacen entender lo importante. Selene Velarde podría tener un don, pero la vida no lo ha querido así. Lo que le ha tocado es una maldición. Una canción que nunca acaba. Es inevitable que sus caminos se crucen. Y la decisión de qué rumbo tomar a partir de entonces solo depende de ellos.
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