Aun recuerdo aquel día, el día en el que nuestras vidas se unieron como una, todo paresia tan perfecto que acepte sin pensarlo mucho, no sabía que nuestras peleas dejarían de ser un juego y los insultos llegarían a lastimarme de verdad. Comenzaba a cansarme... A cansarme de ser la única que lo intentaba, que intentaba hacer que todo mejorarse, y entonces... Llego aquel primer ramo. ¿Quién diría que resivir esos ramos se volvería una costumbre? ¿Quién diría que aquellas simples flores cambiarían el rumbo de nuestra vida?
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