Aemma supo desde el momento en que Lucerys levantó la daga hacia Aemond que su vida correría peligro para siempre. Y si había algo que la aterrorizara por completo era la idea de perder a su familia. Muy joven entendió que el ser solo una princesa no garantizaba que protegería a sus hermanos y su reclamo puesto que su apellido no los había protegido de ser llamados bastardos. Necesitaba poder. Y siente años mas tarde la calculadora, ambiciosa y para nada frágil princesa, vuelve a las puertas de la fortaleza roja dispuesta a meterse en las guerras de la corte. Claro que ella no contaba con la guerra de sus propias emociones hacia los príncipes Aegon y Aemond, y como estas podían cambiar el curso de sus planes hacia su propio poder.