Luna reside en un entorno oscuro y violento, custodiada por un monstruo que oculta tras los muros de su casa, y del que sólo puede librarse por las madrugadas, cuando sale encubierto a deslizarse en patines por las calles del barrio. Una de sus noches de paseos nocturnos, trae consigo un cambio circunstancial y luminoso: una ventana encendida con movimiento en ella. ¿Era un hombre? ¿Un destino? ¿Su salvación? No lo sabía. Lo único que tuvo claro, es que después de ese encuentro, su vida jamás sería la misma. Porque así como la ventana, había iluminado algo en ella, una luz que seguiría brillando incluso en los momentos más oscuros de sus madrugadas.