Tener que lidiar con los problemas que mis patéticos colegas no son capaces de solucionar ha sido un dolor de cabeza desde que aprendí a controlar mis poderes. Todos me temen y nadie se atreve a cuestionar mis ordenes. La vida es bastante aburrida debido a eso. O al menos lo era hasta que conocí a ese estúpido chico de traje rojo.
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