En los años donde el sultán Suleiman gobernaba, sus concubinas eran las que peleaban por diversas razones, unas por poder, otras por salvar a sus hijos de las leyes que regían en ese entonces. Del amor que Hürrem y el sultán se profesan, nació una última hija, la última mujer, la sultana de belleza igual a la luna, Esmeray Sultán aquella que no solo robaba suspiros con una mirada, si no que también había heredado aquella belleza de su madre y abuela, y esos ojos de su abuelo. Esmeray era sin duda la sultana de la luna oscura, aquella por la que las tormentas inician.