Prólogo

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Topkapi

Una mujer de rojos cabellos pujaba adolorida de no poder soportar más horas de parto, tenía que traer al mundo a su bebé, era su oportunidad de tener otro príncipe, uno que reafirme su poder y su amor por el gobernador del imperio.

Así tuviera que pujar más horas ella traería a ese príncipe, porque estaba segura que sería un príncipe, no podía permitirse otra niña.

—Felicidades sultana, es un hermoso príncipe —la mujer recibió en brazos a su amado león cuando otra punzada de dolor surco su vientre haciendo que una criada tomara al pequeño niño.

Otro rato de parto mas y un nuevo llanto adornaba la habitación, un llanto fuerte que llegó al mismo tiempo que una ventisca que apago las velas y la luz de la luna que anunciaba una tormenta entró a la habitación.

—Felicidades sultana, es una bella mujer —el rostro de la mujer pelirroja se descompuso, ¿otra niña? Allah, ella había pedido varones, que le dieran poder para defenderlos de la ley del fraticidio.

Pero después de nombramiento de su nueva hija supo que debía amarla, Esmeray era su nombre, la sultana de la luna oscura, de la mirada tormenta igual a la del abuelo de la niña y la que más parecido tenía a ella y a la madre sultana.

—Mi amada niña, mi igual, mi pequeña de ojos tormenta y belleza como la luna oscura brillarás en este mundo —acuno en sus brazos a su pequeña bebé que sonrío al sentir el contacto con su madre.—lograras grandes cosas y demostrarás que no por ser mujer puedes lograr menos cosas, tu límite,mi cielo, es la luna, aquella que te lleno de belleza y te otorgó tu nombre —madre e hija durmieron abrazadas y con el calor de la otra mientras el pequeño Bayaceto dormía al lado de las mujeres de su vida.

El trono de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora