Llamarlo mala suerte era quedarse corto. ¿Cómo se le podría llamar a estar atado a la persona que más detestas por un misterioso hilo rojo indestructible? Qué, además, no solo os une sino que os transfiere el dolor del otro. Y para colmo, la persona a la que estás ligado es un suicida maníaco que busca las formas más extrañas para quitarse la vida. Pues todo eso era en lo que se había convertido la vida de Chuuya Nakahara. Llamarlo mala suerte era quedarse muy corto.
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