Una ventisca helada recorrió mi cuerpo mientras caminaba por la nieve blanca, teñida de un rojo carmesí. Desde hace un par de minutos dejé de sentir el frío en mis pies; supongo que perdí la sensibilidad o estoy entrando en shock por la pérdida excesiva de sangre. Una sonrisa se figuró en mi rostro al pensar que sería conveniente tener un abrigo, o al menos ropa más abrigadora que el vestido negro escotado, o al menos lo que queda de él. Dirigí mi mirada hacia adelante: un hermoso sendero nocturno cubierto por la nieve, iluminado por un cielo estrellado... ¡Sí, un bellísimo cielo estrellado! Me río frenéticamente; supongo que he empezado a delirar. Me apoyo en un árbol cercano. ¿Qué, ahora voy a ver mi vida pasar delante de mis ojos? Suelto un suspiro. Pensándolo bien, así inició todo ¿no?, con un hermoso cielo estrellado.