Se lanza la flecha, silente y certera,
atraviesa el aire, jamás vuelve atrás;
así son los actos que el alma pondera,
una vez realizados, no se pueden borrar.
Las palabras dichas, bordadas en fuego,
queman los labios, pero no el papel,
resuenan en ecos que forjan senderos,
marcando distancias que no han de ceder.
El amor que se quiebra, cual vaso en la tierra,
sus pedazos brillan, reflejos de ayer;
aunque intentes unirlo, su alma desgarra,
queda el vacío donde solía arder.
El tiempo avanza, tirano y constante,
sus pasos de sombra no vuelven jamás;
cada segundo que pierdes, distante,
es un puerto cerrado en la inmensidad.
Y las experiencias, memorias calladas,
viven en la mente, refugio fugaz,
como un libro escrito en páginas gastadas,
testigos serenos de un pasado audaz.
Arrepentirse es mirar hacia el cielo,
buscando estrellas que ya se apagaron;
es desear retomar lo que dejó el vuelo,
sabiendo que el río no corre en ambos sentidos.All Rights Reserved