Te acuerdas de ese día ¿No? Yo lo hago bien, casi que a la perfección. Me presentaste a tu amiga, me dijiste que se conocían desde hacía más de diez años, que era de las mejores personas del mundo y que darías tu vida por ella. Parecían ser inseparables. Se llamaba Emily. Recuerdo cuando dijiste su nombre en voz alta y yo le sonreí con simpatía. Ella enrojeció totalmente. Me gustó, era tierna, era agradable, era literalmente todo lo que buscaba en una chica. Sentía algo muy raro e indescriptible en mi interior cuando me dedicó esa sonrisa que me derritió el corazón. Sentí una necesidad bastante desconcertante de querer cubrirla con una manta, darle una galleta y decirle que cuidaría de ella. Nunca me había pasado algo como eso con ninguna otra persona, por eso supe que ella era especial, sabía que nosotros lo seríamos. Te pedí ayuda para no arruinarlo y como era de esperar, tú me ayudaste a conquistarla. Y quiero que sepas que por eso te detesto.