<•> Capítulo cuatro <•>

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Fruncí el ceño de inmediato. Mi mano se cerró lo suficiente como para sentir que aquel boleto fuera real. No apartaba la mirada de él, pues esperaba que desapareciera como por arte de magia.

—¿Por qué me invitas? —pregunté con miedo. No quería que me dejara plantado de nuevo, y que ahora sí me viera la cara de ser un completo imbécil—. No, no puedo… —continué. Con mis manos temblorosas tomé las suyas y puse el boleto en ellas.

—¿Por qué no quieres ir? —habló, con un dejo de tristeza en su voz—. Joder, hago esto para disculparme… ¿O es que crees que no es suficiente?

Yo negué al instante. De hecho, realmente sí deseaba ir, pero algo en mi interior me decía que no era buena idea aceptar. ¿Y si a mitad de película decía que tenía que ir al baño y se iba dejándome solo?

—Ya te disculpaste, eso es suficiente —contesté—. Es sólo que no quiero… Molestarte —Joey alzó la cejas y yo desvíe la mirada—. No hagas esto por compromiso.

—¿Crees que lo hago por compromiso? —sus palabras denotaban algo de grosería, así que decidí no mirarlo a la cara—. Te estoy invitando, hermano. Me caes bien.

No podía negar que mi corazón dio un giro tremendo al escuchar eso, pero tampoco debía ilusionarme. No quería ir al cielo y llevarme un golpe al caer por idiota.

Joey, al verme no decir nada más, simplemente dijo:

—Está bien, intentaré más tarde.

Quise detenerlo, pero me contuve. ¿Intentarlo más tarde? ¿Seguiría insistiendo?

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No me encontré más con Joey en todo el día. Ya era la hora de salida de mi última clase, y sin prisa alguna, me dispuse a meter mis libros en la mochila y a salir de allí.

—Oh, espera Dustin —volteé a ver a la compañera que me había llamado—. ¿Puedo pedirte un favor?

Claro, solamente para eso me hablaban mis compañeros. Para pedir benditos favores.

Ella notó mi cara de fastidio, pero decidí relajarme cuando me di cuenta, que hacía mal en comportarme así. Sandra siempre era amable conmigo, a excepción de los demás.

—Claro —respondí—. ¿Qué necesitas?

—No vine ayer, ¿recuerdas? —yo asentí una vez repasé mis recuerdos, hubo un espacio vacío en las mesas durante todo el día—. Me preguntaba si podrías prestarme tus apuntes, ya sabes que aquí no todos cumplen con el deber diario.

Yo asentí y decidí ayudarla; porque después de todo, cuando yo faltara a clases, podía pedirle ayuda a ella, para ponerme al corriente. Pensaba en sacar beneficio de la ayuda, más que nada.

Le pasé mis cuadernos y ella los guardó en su mochila de color celeste, tenia un lindo llavero de un patito colgado de ella.

—Yo te devuelvo todo mañana, ¿bueno? Gracias, Dustin.

—Bye…

Me dirigí a la salida por uno de los pasillos laterales del edificio, y justo detrás mío, escuché cómo una hermosa voz me llamaba. Mi cuerpo no se movió a partir de ese momento, y dejé que los nervios me comieran entero.

—¡Tú vienes conmigo! —Joey me jaló del brazo y me llevó a arrastras—. ¡No me vas a rechazar!

—¡Espera, espera! —puse resistencia y cuando me detuve, di unos pasos atrás—. ¿Aún quieres que vaya contigo? —pregunté, mirándolo a los ojos.

Invitación Para BesarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora