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De mi boca solamente se escapó una exclamación de sorpresa. De la misma impresión, no dejaba de mirar a Joey a los ojos.
—Pregunto si tienes novia —dijo con tranquilidad. Tampoco era como si preguntara la cosa más rara del mundo, pero definitivamente era un tema que no me gustaba tocar.
—Ah… Eso —dije sin ganas.
—Joder, tu semblante cambió en cuestión de segundos —fruncí el ceño, odiaba ser tan expresivo aun cuando no lo deseaba—. Espera… ¿Es que acabas de terminar una relación?
Tratando de desvanecer la fuerte tensión que se había creado entre los dos, decidí soltar una risa.
—Nada de eso —hablé, llevándome una mano a la nuca—. Nadie se ha fijado en mí, y si te soy sincero, no creo que alguien lo haga.
Joey sorbió un poco de su bebida, y yo hice lo mismo simplemente para evitar la vergüenza que me estaba provocando su fija mirada sobre mí.
«Oh, por Dios… Si sigues mirándome así me voy a derretir y vas a tener que recogerme con una cuchara, ¿eso quieres?»
—¿Por qué dices eso? —cuestionó.
—Porque es obvio —solté, encogiéndome de hombros—. No soy muy optimista en eso de atraerle a las personas. O sea… Mírame —exclamé con tono gracioso, mientras me señalaba con ambas manos.
Justo en ese momento deseé con toda el alma que me diera un cumplido, que dijera al menos un par de palabras que fueran la excusa perfecta para sonreír el resto de mis días.
Pero estaba deseando mucho.
—Qué pena, tienes baja autoestima.
Sus palabras provocaron que mis labios temblaran. No sabía si dolía más su frase, o el modo burlesco en que las había escupido. Pero ciertamente no había dicho nada malo, y ninguna mentira.
No hice más que esbozar una apenada sonrisa.
—Tal vez no lo parezca, pero hay gente interesada en ti —añadió.
—Sí, mi mamá.
La risa de Joey llenó nuestro espacio de inmediato. La comisura de sus labios se inclinaba hacia arriba, haciéndolo cerrar los ojos; y eso, a pesar de la breve y triste conversación que acabábamos de tener, me hizo tener unos cuantos segundos de felicidad.
Pero eso fue hasta que mi celular sonó, indicando una llamada entrante de mi madre. Fue como si la invocara. Lo miré indeciso, y Joey me dijo que respondiera, que podía ser una emergencia. Eso era lo peor, que siempre que recibía llamadas así, quería decir que el repugnante ser que me engendró estaba que se lo llevaba el diablo.
—Cariño… ¿Aún estás en la reunión con tus amigos? —Su tono de voz me hizo arrugar el rostro.
—Sí, mamá —respondí con desilusión—. ¿Qué pasa, necesitas algo?
—Sí, que te vengas ahorita para la casa —No tenía que ser adivino para saber que mi padre se encontraba escuchando esa conversación, el nerviosismo de la voz de mamá me lo decía. Estaba acostumbrado a percibir las señales de agresión—. Te cuento, a tu papá lo invitaron a una cena, y quiere que vayamos todos juntos, pero que antes debes venir, y hacer toda tu tarea.
Sí. Aquello definitivamente estaba arruinando por completo mi día. Era como si el maldito universo se encargara de ponerlo todo patas arriba. Tan solo quería disfrutar un día, sin tener que escuchar gritos y comentarios que no eran nada buenos para mi integridad mental.
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Invitación Para Besarme
Romance• ° Vámonos al cliché. El chico popular, del cual estaba enamorado, se enojó conmigo después de que me le confesara. Pero, casi me voy de espaldas cuando me entregó una carta, detrás del gimnasio del colegio. «-¿Qué es esto?» «-Es una invitación par...