Capítulo 4

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— Cualquier cosa, por favor; márquenos —decía Midoriya al momento en que sus hijos bajaban del auto.

Se encontraban frente a su casa. Los héroes habían dado permiso de que sus hijos hicieran la cena y les habían concedido quedarse solos mientras ellos salían a la cita que Hikari había mencionado.

— Ustedes no se preocupen. ¡Diviértanse! —dijo Hanabi al momento de darles un beso en la mejilla a cada uno de sus padres antes de deslizarse en los asientos de atrás para salir.

Al cerrar la puerta se posicionó al lado de su hermano albino, el cuál le tendía las llaves a Nikko para que abriera la puerta de la casa.

— Lo dice la persona que descompuso el microondas —murmuró Todoroki al encender el vehículo.

El peliverde rio por el comentario de su pareja, el cual fue escuchado por su hija. Hanabi le sacó la lengua, acto que su padre bicolor imitó.

— Hikari, quedas a cargo —señaló Izuku a su hijo. El contrario asintió mientras despedía con la mano a sus padres, los cuales se iban alejando.

— ¡¿Por qué siempre te ponen a cargo?! —se quejó Nikko desde la puerta ya abierta —. ¡Yo soy el mayor!

Sus hermanos rodaron los ojos y negaron para después acercarse a él. Hikari al pasar por su lado le dio una palmadita en un costado de su espalda.

— Por 3 minutos Nikko —mencionó para descalzarse y entrar derecho a la cocina.

Hanabi después de quitarse sus botas lo miró con burla para después seguir al albino. Su hermano siempre remarcaba ese hecho, a él no le interesaba que solo fuera por unos minutos; es el mayor y punto, pero sus padres desde que lo dejaron a cargo de su primo Roman de 5 años—hijo menor de su tía Fuyumi— perdieron toda confianza en él.

Cuando recordaba ese incidente negaba con una sonrisa en sus labios, que cambiaba rápidamente a una mueca, ya que ese día comenzaron sus castigos en las pistas de hielo del señor Steel.

Fue el año pasado; en San Valentín, su tía y su esposo habían reservado una semana en un hotel en las Vegas Nevadas. No habían encontrado niñera a tiempo, así que aprovecharon que viajarían de Japón a EE. UU para visitar a la pareja de héroes y pedirles que cuidarán de su hijo menor. 

Antes de llegar ya habían quedado de acuerdo que sería Izuku el que cuidará del pequeño Roman ya que Shoto se encontraba en una misión del otro lado del país y no volvería dentro de tres días, pero no contaban con que el vuelo se adelantaría un par de horas.

Al llegar, Fuyumi llamó a Midoriya, pero aún no salía de la oficina y el único que se encontraba en casa era Nikko, así que él peliverde le pidió que lo cuidará mientras llegaba, máximo serían dos horas ¿Qué podría pasar? ¡Error!

El peor escenario fue encontrado cuándo Izuku entró y vio el tatami incendiado con una gruesa capa de hielo encima, mientras que Nikko saltaba por la sala persiguiendo a su primo que volaba por el techo. La particularidad del pequeño se había presentado a la edad de cuatro años, la cuál se centraba en alas de fuego que podía manifestarlas cuando quisiera.

Sacudió la cabeza para ahuyentar esos recuerdos. Eso había pasado hace un año, hoy en día era una persona madura —solamente el se consideraba como tal—

Al entrar y cerrar la puerta se calzó sus pantuflas de casa como sus hermanos momentos antes habían hecho. Al terminar se dirigió hacia la cocina, donde sus hermanos hablaban sobre la competencia de natación mientras sacaban ingredientes tanto del refrigerador como de la alacena.

— ¡Muy bien! —levantó los brazos alegremente Nikko interrumpiendo su conversación—. ¿Qué prepararemos? —los miró con una sonrisa—. ¿sus platillos favoritos?

Descendientes | TodoDeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora