Capítulo 5

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No sé porque en este momento me siento muy pero muy agobiada sobre esto, no entiendo cómo es que la empresa del padre de Adam se asociara con la del señor Brown es muy raro nunca en mi vida pensé que estás dos empresas se aliaran porque en si ambas empresas son muy diferentes y no creo que tengan algo en común, en fin ellos sabrán, así que esperó a todos beban, para así poder salir de aquí y en lo que eso ocurre le doy una mirada rápida a Rodrigo, que tal parece no estar tan contento con la noticia, o tal vez tendrá algún problema de faldas que es a lo que está acostumbrado, me rio mentalmente.

—De que te ríes—demonios tal parece que no me reí internamente —Pareces una psicópata.

Me quedo callada sin hablar porque sinceramente no sé qué decir porque quiera o no su presencia me pone muy nerviosa y más cuando me habla con esa voz tan varonil.

—Ya contesta que no estoy de humor.

—De nada Joven Brown—levanto la mirada para verlo y lo encuentro demasiado cerca, no sé ni a qué horas se abra levantado de su asiento, porque ahora está parado a la par mío.—Solo recordando chistes.

—Puede ser—soy malísima mintiendo—No creo nada de lo que me estás diciendo pero te creo porque en el fondo no me importa nada que tenga que ver contigo.

—Está en lo cierto señor.

—Sí, siempre lo estoy y por la cara de maniática que estabas poniendo me imagino que tal vez ya hayas nacido así por lo cual no tienes la culpa de ser así.

Estoy a punto de soltarle alguna grosería pero es más rapado y se va de la sala de reuniones, me imagino que debe estar de muy mal humor como para dejar solo a su padre, él nunca se comporta de esa manera es raro ver eso en él.

—Señorita Hill.

—Si dígame Señor. —veo acercarse al señor Brown.

—Necesito que por favor limpie la sala, que quede limpia y ordenada, mientras tanto estaré en la oficina con nuestro nuevo socio de acuerdo.

—Sí, señor.

Y esa es la orden para que limpie, comienzo a ver a todos los ejecutivos irse por la misma puerta que entraron, me quedo parada en medio de la sala observando todo, volver a dejarlo tal y como estaba suena absurdo porque definitivamente no voy a dejar lleno de polvo como lo encontré en todo caso sería dejarlo ordenado, ni modo trabajo es trabajo y eso significa que tengo que apresurarme para que pueda pedir mi permiso para no venir mañana.

——————

—Ya casi. —Susurro mientras cierro el cajo del escrito de Isabela —Listo.

Termino de sacar la llave y la dejo en el otro cajón que está a su derecha, una vez metida la llaves me doy la vuelta para ir directo a la oficina del señor Brown porque hace unos minutos acaba de despedirse de su nuevo socio, así que debo de aprovechar que ya no está ocupado así que me encamino hacia su oficina, toco la puerta para no encontrar nada.

—Se puede.

—Adelante.

Entro con cautela y lo encuentro sentado en su silla frente al computador, que bien que esté solo porque si no, de una vez le aviso que mi madre nunca saldría con él.

—Perdoné señor, disculpe la interrupción—el me hace señal para que prosiga—Con todo el respeto y admiración que siento por usted, me gustaría pedir permiso para no venir el día de mañana, no importa si eso signifique bajarme el sueldo...

—Megan no importa si no vienes mañana, lo que si necesito saber es el motivo por el cual no vendrás—me mira con curiosidad—No pienses que me estoy entrometiendo en tu vida, pero sinceramente te consideró como a una hija y me preocupo por tu bienestar.

Secretos (Trilogía Amor Oscuro: Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora