Máscara

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Notas de MizukyChan: Este microrrelato fue escrito para un número "TH Magazine", basado en las obras de Stephen King. En mi caso me inspiré en el cuento "La imagen de la muerte" de su libro "Skeleton Crew"

"Máscara"

Bill Kaulitz tenía una obsesión con las reliquias, pero no se trataba de finas piezas de colección, sino más bien, de algo a lo que la gente se refería como "arte negro". Él recopilaba objetos rechazados por los amantes del arte ordinario. Mientras el mundo consideraba al Adonis como símbolo de la perfección, Kaulitz buscaba a los Adonis ciegos, amputados y eunucos, para su colección privada.

Había gente que se refería a las reliquias de Bill como "la colección maldita", puesto que más de alguna pieza cargaba con alguna "maldición". Dentro de estos se hallaba una extraña máscara africana, que según rezaba la leyenda, tenía la capacidad de encantar a quien la mirara fijamente, mostrándole aquello que convocaba toda su atención, fascinando a la persona a tal grado, que jamás se separaría de la máscara hasta que finalmente muriera, por causas tan naturales como la inanición. Kaulitz había pagado millones para el traslado de ese artículo a su mansión privada y jamás la había visto sin el manto que la cubría. Se dice que tres de los obreros que la transportaron, fueron tentados por la curiosidad y murieron a los pies de la máscara, durante el viaje en barco hasta Europa.

Bill tenía gran amor por su colección privada, pero como todo magnate, tenía gente a cargo para guardar cada pieza libre de polvo. Al iniciar el verano había contratado a un joven trenzado, no mayor que él en edad, para cumplir la labor de ser el mayordomo de su pequeño museo. El chico, Tom, debía reunir dinero para su siguiente año de universidad y había puesto mucho empeño para conseguir este puesto, que no requería de mucho esfuerzo físico y que a la vez, le daba algo de tiempo para repasar los libros que vería aquel año en clases.

El primer mes del verano pasó con rapidez y Kaulitz se dio cuenta de que había adquirido una nueva obsesión, observar a su mayordomo mientras limpiaba su colección. En varias ocasiones caminó junto al joven, con la excusa de supervisar su trabajo, pero en realidad le gustaba charlar sobre cada una de las reliquias que poseía. Para su deleite, Tom disfrutaba de sus historias y hacía comentarios interesantes con respecto a ellas. Un gran cariño se formó entre amo y empleado.

El segundo mes del verano casi concluía y Tom pronto acabaría el contrato firmado como mayordomo. Bill, presa del orgullo otorgado por su estatus social elevado, jamás se había visto en la necesidad de "pedir" a alguien que se quedara a su lado.

—Quiero mostrarte algo —dijo un día, apenas vio que Tom cruzaba la puerta de entrada de la mansión—. Ven conmigo.

El trenzado lo siguió, sin cambiarse a su traje de mayordomo. Sus ropas eran más anchas que su talla normal y le daban una apariencia de chico rudo, cosa que distaba mucho de la realidad educada y pacífica del joven.

Bill lo guió a través de la colección, hacia una puerta que estaba hasta el fondo del salón. Sacó una llave y luego oprimió una clave secreta que tras un segundo de espera, se abrió con un suave clic.

—Todo el mundo esconde verdades bajo una máscara. Generalmente, son sus secretos más sucios. Y no me refiero a una careta física, como un antifaz, sino a mentiras, posturas y expresiones, para no mostrar como son en realidad —dijo Bill, mientras se acercaba a su objeto más costoso y peligroso—. Las máscaras son fascinantes, pero a la vez letales.

—Fascinantes, porque siempre deseas ver que hay más allá, saber que hay detrás de esa máscara —continuó Tom, como si leyera la mente de su jefe—, pero letales, porque estás consciente de que si ves más allá, podrías quemarte como una polilla cegada por la belleza de la llama.

—Exacto. —Bill dio un giro, dudando por primera vez en hacer lo que había planeado durante toda la noche—. Esto es... uno de mis mayores tesoros y quiero compartirlo contigo, Tom.

El trenzado dio un paso al frente y descorrió la manta, observando con admiración y horror los trazos de aquella máscara que a simple vista parecía la personificación de un demonio. Sus ojos vagaron por cada detalle del objeto ante él y se sintió tentado de estirar la mano y acariciarlo.

—Es increíble... —susurró—, pero no tanto como tú, Bill.

El magnate pelinegro también observó la máscara con curiosidad, hasta que el sonido de su nombre lo trajo de vuelta al presente—. ¿Tom, tú...?

—No me gustaría irme, Bill. Sé que mi contrato termina, pero me gusta mucho trabajar aquí. Sin embargo, comienza mi nuevo año universitario y debo continuar con eso...

Kaulitz escuchó cada palabra, pero su mente estaba en otra parte. Tom también tenía una obsesión, ambos se deseaban y por esa atracción habían anulado el poder de la máscara.

Bill dio dos pasos al frente y besó al trenzado en los labios. Casi de inmediato y con la misma intensidad, fue correspondido. La máscara fue el mudo testigo de esta nueva y fogosa pasión, surgida de la obsesión secreta de ambos hombres. Esta vez no habría muertes, o tal vez sí, porque las pasiones intensas tendían a ser mucho más letales que la vida misma, porque eran fuego y las llamas, tarde o temprano, consumen a sus portadores. 

&   FIN   &

Espero les haya gustado. La verdad me encanta la forma de narrar que tiene Stephen King y aunque siento que mi narración fue sencilla, transmitió lo que quería.

La imagen del banner no corresponde a la idea de máscara africana para este fic, pero era mucho más estilizada y llamativa, según yo >_<

Drabbles Collection (Tokio Hotel, Twc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora