"Toma mi mano ahora,
Eres la causa de mi euforia"Esperaba a Lesly mientras corregía una carta que le iba a enviar a Nath. Había usado mis pocas dotes poéticas para escribir algo relacionado con su canción favorita. No salió tan mal como esperaba, para ser sincera...
Lesly apareció, su cara de enojo me hizo encogerme. Le entregué la carta y ella me dio un comprobante de un doctor, algo que exigían en la escuela como justificante por la ausencia.
Durante el mediodía, pactamos que volvería al hospital al siguiente día.
══ 『 ••• 』 ══
Más o menos así pasaron tres semanas. Trataba de no faltar mucho a la escuela, pero logré arreglármelas para ir al hospital varias veces.
Ver las mejillas de Nath llenarse y la ojeras desaparecer, había valido esas horas perdidas de sueño para no retrasarme en la escuela.
Ese viernes, cuando llegué, Nathan estaba armando un cubo de Rubik. La puerta chirrió al abrirse, delatando mi "sigilosa entrada". En cuanto me vio, soltó él juguete encima de la cama y corrió para abrazarme.
—¡No te lo vas a creer! —agitó su cabeza, demasiado alegre.
—¿Qué pasó? —le sonreí, pellizcando suavemente una de sus mejillas.
—Ayer me midieron y me pesaron.
—¿Ah, sí?
Aunque realmente no era nada del otro mundo, estar dentro del hospital sin poder salir era muy aburrido, pero de todas formas, Nath me contaba todo lo que le pasaba. Con la emoción con la que me decía acerca de los exámenes de sangre y lo que ocurría entre enfermeros y pacientes, todo ahí parecía divertido.
—¡Crecí cuatro centímetros y subí seis kilos en estas semanas! ¡Ya mido 1.61! ¡Estoy alcanzándote!
Una risilla alegre se me escapó. Esas eran buenas noticias.
—Para alcanzarme aún tienes que crecer tres centímetros más. Eso es lo que yo crecí en estos días.
—Ay... —hizo un puchero tierno—. ¿Por qué no soy más alto?
—¿Por qué te preocupas tanto por la altura? —presioné la cabeza junto a su oído.
—Las enfermeras y el doctor se ríen de mí porque eres más alta que yo.
—¿Te molesta?
Acomodó la cabeza en mi cuello, frotando la frente en la curvatura. El abrazo se estrechó, silencioso por unos minutos.
—Realmente no.
Silencio. El abrazo.
—Pero... —tartamudeó—. Siendo así de bajo, no puedo... No puedo besarte...
Me separé con gesto sorprendido. Su cara seria, el rostro rojo y el cabello tapando la parte superior de su rostro. Removía las manos, nervioso, y la boca la tenía tensada en las comisuras.
No pude hacer más que estallar en carcajadas. Se veía tan tierno así que no podía encontrar algo igual de lindo.
—No es gracioso —susurró con molestia, alzando los ojos pero no la cabeza. Aparté un poco el cabello de su frente, mis dedos rozaron su piel tibia.
—No me reí por eso —miré al cubo en su cama, totalmente desorganizado—. ¿Qué hacías?
—Ah, armaba esto —avanzó hasta el colchón y cogió el juguete, tendiéndomelo—. Lesly me lo trajo, pero es muy difícil. ¿Alguna vez armaste uno?
—No, pero puedo intentarlo, ¿te parece?
Asintió, sonriendo como un niño. Me senté al borde de la cama, dejando la mochila en el suelo mientras se ubicaba tras de mi y me abrazaba con brazos y piernas y apoyaba el mentón sobre mi hombro.
Por varios minutos, me dediqué a darle vueltas a las caras y al propio cubo. Logré armar la cara roja y la verde, así que se las mostré.
—Wow, eres muy buena —sonrió, pero su gesto se desvaneció cuando me vio bostezar sonoramente y acurrucarme en su abrazo. La intravenosa parecía querer molestarme de nuevo.
—¿Cuándo te la quitan? —señalé al cablecillo.
—La semana que viene. El doctor dijo que he mejorado muy rápido y que estoy preparado para empezar el procedimiento.
Claro, el trasplante de médula ósea. Había investigado mucho acerca de la leucemia en las últimas semanas, por lo que sabía que ese era uno de los tratamientos.
—¿Cuántas horas has dormido? —cuestionó con la voz seria.
—Las suficientes, tranquilo. Solo que tengo que estudiar mucho para no bajar las notas.
—No quiero que te pase nada —susurró, desviando la mirada—. No creas que no lo he notado, has perdido peso, y estás como yo cuando me ingresaron: ojerosa y pálida. ¿Y si te desmayas o algo? No puedo ni imaginar-
—Te digo que no te preocupes, por favor —lo interrumpí, me separé del abrazo y me senté a su lado—. Estoy bien, de verdad.
Escrutó mi rostro, tratando de descubrir si mentía. Yo me detuve en todo de él: ya no estaba tan pálido, pero su cabello negro lo hacía ver muy blanco; su mandíbula se marcaba un poco más y su rostro se veía un algo más maduro. Pronto debería dejar de verlo como el niño enamoradizo que me había confesado sus sentimientos con el uniforme y el pelo manchados de tierra, jugo de mango y mayonesa, y verlo como el adulto en que estaba convirtiéndose.
De pronto, relajó la mirada y acercó su rostro al mío. Sentí mi cuerpo erizarse y mi mente se nubló. El calor que emanaba su piel comenzó a ser más perceptible para la mía, él contenía la respiración. Miraba mis ojos, buscando algo en ellos, tal vez una negación o una afirmación para continuar. Una de sus manos se posó sobre una de las mías, sobresaltándome un poco, pero entrelazamos nuestros dedos.
Sus labios rozaron los míos, esperando un rechazo que no iba a ocurrir. Al segundo siguiente, saboreé una delicia tan grande que no pudo durar más que unos instantes.
—¡Mamá, no! —chilló Lesly desde el pasillo.
La puerta de la habitación se abrió, desatando el infierno.
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ᴜ ɴ ᴛ ɪ ᴛ ʟ ᴇ ᴅ #1
Historia Corta"Si todo el tiempo pasara, Quisiera poder olvidarlo todo, Las sonrisas, los momentos felices. No, en realidad, nos encontraríamos en otra vida. Y te amaría de nuevo, igual que antes." Untitled, G-Dragon