Complicaciones

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Me levanté de la cama en busca de mi toga para poder salir de ese “Hospital”, mis cosas estaban en lo que parecía una cama, pero muy rara. Era menos de la mitad de una cama normal y otra en forma vertical. Me quitaba la pequeña daga de mi muñeca; para ser pequeña ardió un poco.
-¿Disculpa?- dijo el humano - ¿Qué haces?, aun debes de estar en observaciones y no creo que se te pueda dar el alta y menos si alguien no viene por ti-
Mientras me ponía la toga solo escuchaba las palabrerías de aquel humano sin entender nada, tal vez esa clase de guía hubiera sido muy útil en estos momentos. Pero juzgando por lo que veía y lo que decía parecía ser un lugar donde los mortales acuden cuando tienen problemas de salud, pero sin magia claro.
-Ok, tal vez no lo entiendas. Porque se que ustedes ya no creen en los ángeles, demonios y creo que menos en el celestial. Pero cada cierto tiempo en estas fechas se libra una feroz batalla por el destino de este mundo. Ángeles contra demonios, por cierto. La única forma de salvar tu mundo y el mío es encontrar la última reliquia que esta guardada por ustedes y si pudieras decirme donde esta te lo agradecería. Si no, te pido que me dejes seguir mi camino- dije sin ninguna expresión y me retire de aquella habitación dejándolo atrás.
El lugar parecía más grande de lo que parecía hace un momento, personas vestidas igual que aquel humano pasaban y apenas notaban mi existencia, iban tan deprisa que parecía unas carreras. Personas con la ropa que yo traía hace unos momentos. Muchos estaban igual en camas, pero se veían enfermas y tristes, otras se veían enfermas y felices; pero estaban con personas y esas personas también se veían felices de estar con ellos.
Era algo muy peculiar, considerando el día ¿No deberían estar todos felices? Claro no sabia mucho de los mortales, pero todos los que habían bajado habían dicho que estas son fechas de alegría y regocijo. Si había, pero no en todos lados.
Llegué a lo que parecía una tabla enorme de madera y un humano estaba detrás de ella. Parecía igual al que había visto antes, solo que esta vez su color era como el sol y estaba largo a la altura de sus hombros. Me le quedé viendo unos segundos y cuando hubo contacto visual me le acerqué más.
-Hola disculpe. ¿Departamento de objetos? -  dije entrecerrando los ojos tratando de tener suerte y sea lo que sea eso, fuera con ese humano.
-Si caballero- dijo mientras aventaba su cabello hacia atrás y se inclinaba en la mesa.
Unos segundos pasaron esperando a que me diera lo que era mío y poderme marchar.
Levantó los ojos mientras movía la cabeza y posteriormente me miró de arriba abajo -¿Qué buscas muchacho?- dijo sin dejar de mirarme.
-Unas cosas- dije lo más tranquilo posible, porque era obvio que era eso; ¿Para qué otra cosa seria?
-Ok. Numero por favor-
Yo me le quedé viendo mientras abría más los ojos. ¿Numero? ¿Cómo que numero? Si que los mortales eran raros.
-Viene en el papel que firmaste cuando te dieron el alta- volvió a decir y esta vez ya me miraba de lado o como si tuviera sucia la cara. Esa palabra “ALTA” ya la había dicho el chico y ni idea de que era.
Volví a quedarme pasmado mientras pensaba en otra opción. Tal vez podía volver más tarde mientras hacia la búsqueda y cuando la tuviera volver aquí o convencerla o decirle la verdad, aunque no me creería.
-Hola Vivian – dijo una voz familiar atrás de mi -Es la 143- exclamo el humano de hace rato mientras extendía esa hoja rara de pergamino.
-Ok- dijo la que parecía ser la que respondía al nombre de Vivian - ¿Quién da el alta? -
-Yo- contestó el humano mientras me miraba en señal de complicidad.
La que respondía al nombre de Vivian tomo de un cubo de madera blanca el saco y mis armas, mi espada, arco y flechas. Una vez que tomé el saco pude sentirme en paz y parecía como toda la paz reinaba en mi interior. Posteriormente me coloqué el armamento.
-Que te vaya bien en tu obra- dijo la que se hacía llamar Vivian.
Podría preguntar por la palabra “Obra”, pero no necesitaba más dudas y menos charla que me quitaran tiempo.
-Gracias. Igualmente- dije mientras salía por un portón que literal tenía la palabra “Salida”.
Cruzando la puerta era un lugar completamente diferente; los árboles, montañas, ríos y los animales que se contaban en historias antiguas no estaban. Había mortales por todas partes vistiendo de forma similar, había nieve, pero parecía que nadie le saba importancia. Las casas de madera estaban realmente grandes y muy altas, los faroles tenían colores. Me acerque a lo que se llamaba hospital y toque la madera, era muy extraño, se sentía fría y granulosa. No era madera al parecer.
“La atadura divina” recité en mi mente, ahí es donde estaba la reliquia. Pero todo estaba tan junto y apretado que parecía imposible saber dónde empezar. Parecía que estaba en medio de un mar de personas.
-Entonces ¿Cómo te llamas? - dijo nuevamente aquel humano con cristeles en los ojos. Estaba detrás de mi con una toga diferente de color gris ahora.
- ¿Qué haces aquí? - contesté mientras daba un espacio atrás por precaución
- Bueno si lo que dices es verdad, necesitaras ayuda para salvar la navidad, ¿no? - dijo mientras frotaba sus manos y las soplaba.
- ¿En serio me creas? - dije levantando una ceja – No es por nada humano, pero si algo se a pesar de que no se mucho de tu mundo es que no creen mucho en la magia y la verdad me cuesta creer que alguien pueda por un segundo creer en lo que dije. Ni siquiera tu amiga humano supo que era yo y pensó que iba en “Obra”- dije señalando hacia atrás.
El humano soltó una risita – Es verdad, no muchos creen. Pero yo sí, creo en todo lo que dices y las coincidencias que se presentaron desde que llegaste. Así que, aunque no lo creas yo te creo. Mi abuela me contaba hace años sobre ustedes y así. -
-¿Coincidencias?-  dije totalmente extrañado
-Si- nuevamente volvió a reír- Te tocó en la habitación 143, hoy no me tocaba trabajar y vine, justamente cuando te iba a revisar te despertaste y cuando te fuiste algo me llamaba a ayudarte-
Quedé callado unos segundos. Alguien que creía en la atracción y los deseos celestiales no era lago que esperaba encontrar – Wow. Me alegra saber que tienes espiritualidad, pero esto es muy peligroso y no podre protegerte, pero gracias por darme esa tal “alta”- dije mientras avanzaba hacia el mundo.
Su mano puso en mi hombro y me jalo, una gran cosa de cuatro ruedas pasó enfrente de mi, sentí como esa maquina tocó las puntas del cabello y me quedé perplejo y totalmente incapacitado.
-Bueno, pues creo que yo te salvé ahora- dijo mientras caminaba hasta ponerse enfrente de mi y claramente se burlaba de mi expresión -Por cierto, mi nombre es Ariel- dijo mientras se acomodaba su ropa gris.
-Nick- dije ya recuperado.
-Cool. Antes de ir a cualquier lado debes ponerte algo de ropa; no podrás aguantar tanto este frio sin volverte un pedazo de hielo-
No lo había notado, pero quien se hacía llamar Ariel tenia razón. No lo había notado hasta que lo dijo, pero hacia un gran frio por aquí y el frio podría ser un gran impedimento.
-Aquí a una cuadra hay una tienda de ropa barata, vamos. Ahorita creo que podemos agarrar descuentos- dijo mientras me tiraba del brazo, en un movimiento brusco lo quité y lo seguí sin hacer contacto visual.
Caminábamos por lo que me dijo que se llamaba “Calle” que es una parte de la “ciudad” donde hay “tiendas y otras cosas”. Al parecer los humanos están en estas calles y por temporadas compran “regalos” para sus familiares y amigos como un símbolo de cariño y aprecio y a donde iríamos a ahorita había “descuentos” que es algo así como pagar más barato por el regalo.
Lo cual se me hacía peculiar, según yo si querías demostrar cariño y aprecio a alguien solo lo demuestras, no es necesario comprar algo para que lo diga por ti.
-Son algo extraños los regalos- dije mientras hacia contacto visual con quien se llamaba Ariel
-No lo son- dijo mientras sonreía – Son algo complicados en estas fechas, pero es una forma de hacerle confirmar que el amor es sincero. El regalo representa algo más que el objeto material, es la idea, el tiempo y sentimiento que le diste-
Nunca lo había pensado, pero de cierta forma tendría sentido. En el templo si queríamos demostrar sentimientos lo decíamos y en raras ocasiones se hacían objetos mágicos y no se compraban.
-¿Y a donde vas a ir ahora?- dijo mientras giraba y entraba a una tienda de ropa.
- Tengo que ir a la atadura divina, ahí los humanos escondieron el artefacto. Solo tengo que saber donde esta ese lugar- dije mostrando mis desánimos.
-¿Tienes alguna idea de por donde empezar?- dijo mientras se acercaba a la ropa y tomaba prendas, dejaba otras y tomaba unas más.
-En realidad no… pensaba que seria mas fácil. Que no habría tantos lugares y mucho menos personas- dije mientras me recargaba en una pared.
-¿Atadura divina?... suena como algo muy preciado o viejo- dijo sin despegar los ojos de la ropa -Ten, ve a probarte eso- dijo mientras me aventaba esas prendas.
Pude atraparlas y fui a donde me señalaba, unos cuartos realmente diminutos y muy incomodos. Me dio lo que era una camisa de color blanco, un suéter rojo, unos pantalones cafés y unos tenis café con blando o por lo menos eso decía los trozos de papel que decía la ropa.
Mientras me cambiaba escuché como se metía al pequeño cuarto a lado mío.
-Oye y ¿la guerra es siempre o por que ahorita tienes que buscar eso?- dio mientras parecía ser que también se ponía ropa.
-No, bueno. Las batallas siempre han existido, pero apenas la oscuridad volvió a presentarse y nunca se había necesitado esa magia hasta ahora-
-¿Qué ocurrió?-
-Pues la reencarnación de un demonio muy malvado esta vez emergió en un ángel y no en un demonio, es por eso que pudo abrir un portal del infierno al cielo y pues nos tomaron por sorpresa y necesitamos ayuda-
-Y te mandaron a ti para ponerle fin a esta guerra, ya entiendo. Suena una tarea muy importante. Entonces en el saco hay magia de ángeles-
-Si. Y la otra debe estar por ahí afuera en espera de ser encontrada-
-¿Cómo se llama ese demonio?-
Me quedé sorprendido por un momento, para empezar ¿seria prudente confiarle a un humano un secreto tan importante como el origen de la navidad? Digo, me esta ayudando. Salí de aquel cuarto y me coloqué enfrente de un espejo. Nunca había usado algo diferente a mi toga, pero debía admitir que esa ropa me quedaba muy bien y me hacia sentir cómodo.
-Se llamaba Krampuss, su reencarnación es Krauss- dije finalmente.
- ¿Qué es lo que quieren? -
-La obscuridad de todo el mundo y el dominio de todos los reinos- dije como si fuera algo que había dicho desde siempre
-¿Y te mandaron a ti  porque razón?-
-Soy la reencarnación de un ángel llamado Nicolas- dije sin soltar mi vista del espejo y haciendo caras raras para ver cómo me veía.
Un golpe en seco se escuchó y quien se llamaba Ariel me tomó de los hombros y me giro con la fuerza de miles de leones y nuestra mirada de cruzaron.
-¡Entonces es real!- dijo, mas bien gritando mientras una sonrisa se oreja a oreja se hacia presente y los ojos quedaban totalmente abiertos.
-¿Real que?- dije con una mirada aplastada y cero cómoda
- ¡Las historias! ¡La verdadera historia del origen de la navidad! De como se originó todo desde el sacrificio de Nicolas-
-¿Cómo lo sabes?- exclamé levantando las cejas
-Mi abuela. Solía contarme historias desde siempre y cuando era invierno siempre me contaba esa historia de valentía y magia. Me encanta- dijo mientras me soltaba de los hombros y dramatizaba cada palabra sin deshacer la sonrisa.
- No es una historia de valentía, fue una tragedia- dije casi retando a quien se hacia llamar Ariel
-Depende como lo quieras ver Nick, el echo se sacrificarte por la felicidad, amor y esperanza de los demás me parece algo realmente increíble, eso si que inspira- dijo sin dejar de sonreír. Se veía en sus ojos alegría pura y una luz de la intensidad de las estrellas.
No puede evitar sonreír. Creo que tenia Razón Ariel, las historias tristes pueden ser de alegría en las voces de otros contadores. Nunca lo había pensado así
-Nick, tu puedes lograrlo. Por algo a ti te tocó esa misión- dijo mientras terminaba de ponerse algo en la cabeza.
-Vamos- dije mientras nos íbamos a la ropa nuevamente. Ahora Ariel ya no tenia su ropa antigua; traía un pantalón gris con rayas, una chamarra y un gorro rojos que cambiaba a la perfección.
-Espera, antes hay que pagar- dijo Ariel mientras buscaba algo en sus bolsillos.
Algo estaba diferente. Unas personas no habían dejado de verme desde hace un minuto y en el ambiente se sintió una energía pesada e inquietante. Tres sujetos estaban detrás de mi y no se movían.
-Esperen, iré por cambio- dijo un humano del otro lado de la tabla
El humano salió de la tiene y quedé en completo silencio. No volteaba y no quería hacerlo, hasta que escuché el sonido de la madera deslizando y una liga con tensión. En un movimiento rápido tomé el brazo de Ariel y jalé del hacia abajo.
-¡Agáchate!- dije realizando el movimiento
Una flecha clavó en la tabla. Di media vuelta y vi ahora tres demonios sobre volando la tienda. Nuevamente me lazaron flechas, que iba esquivando. Aventé el saco a Ariel -¡Cuídalas!- grite.
Desenfundé mi espada y me subí a la mesa de un salto, esquivé un par de flechas y volví a saltar en dirección hacia un demonio, estando en el aire di un giro y con el corte limpio lo atravesé cayendo de pie. Un segundo de me acercó ahora con una espada y un duelo de espadas inicio. De una patada me aventó hasta el otro lado de la habitación. Busque entre el suelo que podía usar para defenderme. Tomé unos tubos donde se colgaban ropa, esperé pacientemente y el acelerado se acercó. De un movimiento le lancé el tubo dándole directo en la cara y corrí volviendo a saltar para empuñar mi espada en su pecho. Posteriormente sus cuerpos se desmaterializaron
Volteé a ver al ultimo que quedaba, estaba sujetando a Ariel del cuello, pero no soltaba el saco. En un movimiento acertado saqué el arco y le dispare; haciendo que cayera de inmediato en el suelo. Corrí para saber cómo estaba Ariel ya que sus ojos estaban totalmente abiertos y ahora abarcaba el sacó como un juguete.
-¿Estas bien?- dije realmente preocupado. Cualquiera que viera a un demonio… nunca es fácil
-Wow. Te juró que nunca había visto eso y al principio creí que tenias paranoia. Pero cuando estaba totalmente seguro de que eras real… BOOM me lo refutaste- dijo mientras soltaba una risa.
-Gracias…- dije arrestando la voz y guardando mis armas.
-Listo aquí esta su cambio- dijo el de la tienda ahora ya con la boca totalmente abierta
-Amm… sabe… quédese con el cambio. Feliz navidad- dijo Ariel con demasiado pánico - ¡Corre! - dijo finalmente y ambos salimos de la tienda y corrimos hasta quedarnos sin aliento.
Mi pecho se sentía agitado y mi garganta agitada. Me recargué en una pared y sentí que toque un pedazo de papel que tenía un árbol de navidad que tenia las palabras “Ven a celebrar la gran encendida del árbol de la ciudad, siente la magia de la navidad. Tradición de siglos”.
Un flashazo me vino a la cabeza, ¿Y si la atadura representa lo que siempre se hace desde hace años y lo divino es el símbolo más sagrado de la navidad? Los humanos guardaron la reliquia en el lugar que literalmente es el nicho de la fecha.
-Ahí es…- dije ya un poco recuperado de correr -Necesito que me lleves ahí- dije mientras le señalaba aquel papel
-¿Por?- dijo casi en forma de incredulidad
- Algo me dice que esta ahí- dije con una sonrisa – Por algo nos detuvimos aquí, es una coincidencia –
Me lanzó una sonrisa y asintió.
Nos dirigimos a la esquina y esperamos un momento todavía recuperándonos de correr. Hasta que la misma maquina que casi me aplasta hace un rato se detuvo y nos subimos. Había mini camas con más humanos y seguí a Ariel hasta parte trasera y nos sentamos.
Pasaron unos minutos y algo en mi interior me obligaba a preguntar algo. -Ariel. Si tu crees en la magia y la navidad es muy importante para ti. ¿Por qué decidiste acompañarme y no ir con tu familia a celebrar? - dije entre susurros tratando de no tocar fibras sensibles si es que era el caso.
-Amm…- dijo Ariel sin mirarme y tratando de no sonar lo más asombrado posible -Pues siempre he amado la Navidad. Mi familia no me quería mucho por varias razones, digamos que les di muchos problemas desde siempre, solamente sentía que en verdad me quería mie abuela, de echo ella era la única persona que nos mantenía juntos; pero en navidad parecía que todo eso se olvidaba y nacía un nuevo sentimiento en nosotros. Dios …. amaba los días en que ponía las decoraciones y el árbol con mi papá, cocinar la cena con mamá, abrir regalos con mis hermanos y escuchar las historias de mi abuela. Parecía ser que si mirabas por la ventana verías la escena perfecta de una historia de navidad-
-¿Y que pasó?- dije bajando el sonido de mi voz
-Un día volvía de la escuela tarde porque no me gustaba estar en casa, vi en mi casa una ambulancia y… mi abuela falleció. Tenia un problema en el corazón y se le habían acabado las medicinas, ese día yo tenia que comprar otras. Mis padres evidentemente me odiaron mas de la cuenta y decidí irme de la casa. Creo que por eso estudie medicina, para tratar de no fallarle a alguien más. Tratar de ser parte de algo especial ¿sabes? Hace unos años quise hacer los pases con ellos y los invité a mi casa para pasar la navidad juntos. Cociné, decoré y horne, podía sentir, oler y oír la navidad que hace mucho no tenía. Parecía ser que mi abuela estuvo ese día todo el tiempo conmigo. –
No quería Ariel que lo vieran triste, creo que podía entenderlo. Es ese tipo de personas que solo quieren dar lo mejor de si y si no están para darlo no muestran lo que los hace menos fuertes.
-Pero nunca llegaron- dijo mientras soltaba una única lagrima -por un momento pensé que les había pasado algo y fui rápido a mi casa para ver que pasaba y solo los vi en la ventana celebrando todos juntos, la escena perfecta de navidad, la vida siguió para ellos y yo ya no era parte de ella- dijo ahora levantando la cabeza y viéndome a los ojos-
Mi corazón sentí que se achicó y la lagrima que soltó Ariel, así como contagiaba su sonrisa ahora contagiaba su llanto. Una lagrima solté y le sonreí. Ariel se quitó la suya también y puse mi brazo en su hombro y nos dimos una risa ligera, pero cálida.
-Si algo puedo decir en lo poco de conocerte es que, eres alguien realmente bondadoso. Tienes todo lo que representa la humanidad y más. Creo que todos deberían ser como y eso que solo te conozco a ti- dije inclinándome hacia Ariel.
El soltó una risa y me dio un abrazo. Aquella muestra de afecto se sintió tan… mágica. Como si el frio del cuerpo se fuera y la nieve se derritiera. Y yo regresé el abrazo.
-Gracias. Pero también tu eres muy valiente. Enfrentar a demonios y luchar por la paz se me hace realmente heroico- dijo mientas volvía a sonreír.
-Gracias Ariel, pero no lo soy. Pude evitar todo esto cuando sospeché de Krauss. Pero lo dejé escapar y por mi error ahora estoy pagando el precio- dije mirando hacia enfrente. Casi ni había notado que ya solo éramos nosotros dos en el “camión” y la persona que conducía.
-No es requisito ser perfecto para ser un héroe. Solo fue un pequeño error, todos los tenemos y solo los valientes son capaces de aceptarlos y cambiarlos. Si te sirve algo, si la historia que me contaba mi abuela es totalmente real… tu eres mejor-
No pude evitar sonreír -Gracias. Eres la segunda persona que me lo dice, así que debe ser real- dije mientras reía.
-Listo, llegamos- dijo Ariel que veía por las ventanas.

En Defensa de la AureolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora