Capítulo 3

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En toda la noche no pude dormir más que una hora y terminé soñando con sus bellos ojos llenos de lágrimas como cuando tenía una pesadilla pero esta vez yo no estaba ahí como debí haberlo estado, como lo estuve cuando éramos niños, entonces me levante a ver la televisión, sobre las 9 de la mañana hice mi maleta para luego ir a darme un buen baño de agua fría, lo necesitaba para despejar todas las posibles malas situaciones que pudieran suceder y rondaban mi cabeza, preparé una taza de café y salí al aeropuerto con un nudo en la boca del estómago. Cuando estaba abordando el avión me fue inevitable no recordar el momento en el que llegué a esta ciudad con una pequeña maleta, un poco de dinero y muchas ilusiones, hoy estoy volviendo al lugar al que crecí para encontrarme con la que fue mi compañera y amor platónico por años, la niña de ojos color esmeralda con la que crecí. Estuve leyendo todo el camino, al menos disipaba las dudas que llenaban mi cabeza, apagaba el ruido de mis pensamientos. Iba llegando a la mitad del libro cuando escuche que estábamos por aterrizar, en cuanto baje del avión abordé un coche que había alquilado, en el que me estaba esperando un joven, me entregó las llaves y me fui rumbo al hotel que había reservado a las dos de la mañana por el insomnio que no me dejaba en paz, al llegar y subir a mi habitación me decidí a llamarla.

Lo cogió al tercer tono y al contestar sonaba agitada.

-Ehh ¿hola? ¿Danny eres tú? -Sonaba como si intentara recomponerse de una maratón, o como si se ejercitara.

-Emmm sí, soy yo, ¿estás bien suenas agitada? -Al escucharme a mí mismo me di cuenta lo idiota que sonaba, después de todo ¿a mí que más me daba?

-Sí, si Danny todo bien, ¿ya llegaste? ¿Mierda, que hora es? -Ok, no me esperaba eso

-Son las tres y diez, solo llamaba para recordarte lo de esta noche. -Me sentía como un crio nervioso e inocente en una primera cita, espera esto no era una cit

-Por supuesto que no lo olvide. Te espero a las seis, se puntual ya sabes que no me gusta que llegues tarde -Soltó una risita, cuando éramos niños ella me hacía ir a caminar con ella al bosque que estaba detrás del orfanato, hicimos un agujero en la valla y por ahí pasábamos, cada vez que llegaba tarde me atacaba con semillas de almendras que siempre habían en el suelo.

-Claro que no llegaré tarde, solo Dios sabe con qué me atacarías, seguro y me atropellas a falta de semillas. -Fue un recuerdo hermoso y ahí estaba como imbécil, con una sonrisa completa recordando lo felices que fuimos a pesar del lugar en el que estábamos. Entonces finalmente escuché una melodiosa carcajada de su parte, puedo jurar que es la risa más hermosa que he escuchado en toda mi vida.

-Danny, eres un exagerado, vale te envío la dirección a este número, te veo en un rato.

-Te veo en un rato, Elena.

Me encanta saborear su nombre en mis labios, corté la llamada y seguí con la sonrisa en mi rostro por un buen rato, estuve dando vueltas en la habitación, me recosté en la espaciosa cama hasta que se dieron las cinco, me metí a darme una ducha para relajar la tensión de mis hombros que me hacían sentir tan pesado, el tiempo pasa siempre de la misma manera pero esta vez sentía que iba demasiado lento para mi gusto, al salir revisé el mensaje con la dirección y otra vez sentí el nudo en el estómago acompañado de mil preguntas que quería hacerle, quince minutos después ya estaba listo para irme, usaba camisa de vestir negra, pantalón negro, zapatos negros, cogí mi saco semi-informal igualmente negro pero con mangas de cuero y salí del hotel. Yo solo quería sacarme de la cabeza la lluvia de preguntas que tenía, pero especialmente quería saber si aún seguía llorando en medio de la noche por las pesadillas, si despierta con la frente empapada en sudor y sus ojos llenos de lágrimas como solía ser cuando era una niña, ¿quién estuvo ahí para consolarla mientras no estuve? Me era inevitable no sentirme culpable, pero era solo un crio, qué podía hacer después de todo? me la pasé todo el camino pensando en que las cosas entre nosotros eran perfectas de pequeños, quería pensar en que nada había cambiado, seguro seguía siendo igual de tierna que antes, seguía manejando con dirección a su casa con mi vista entre la calle y el GPS pero la mente en ella, hasta que finalmente llegue al lugar que me indicaba la dirección, supongo que en esta casa solía vivir con sus padres adoptivos, porque es demasiado grande como para una sola persona a menos que...

Me enfoco más en la casa de dos plantas color verde olivo con un pequeño jardín frontal alfombrado de pasto y unas cuantas plantas, la hora me indica que son las cinco y cincuenta, aparco en la entrada y noté que en el garaje hay un auto negro estacionado, talvez es de ella ¿No?

Tomé aire una, dos y tres veces muy fuertemente, llenando mis pulmones de aire y a la vez dando a mi mente seguridad, tomando valor para ver a la niña que me robó el corazón cuando tan solo éramos unos niños.

Justo cuando estaba por bajarme a tocar la puerta veo que sale alguien de la casa, es una chica, no, es una mujer, va enfundada en un vestido rojo eléctrico que me dejó sin aliento, labios jodidamente carnosos pintados en un fuerte rojo sangre y un peinado hecho en un moño que elevaba su espesa y negruzca cabellera con un de fino mechón que caía de manera natural en su hombro de manera que su impresionante cuello quedaba al descubierto, unos aretes que colgaban tan preciosos cual estrellas en cielo nocturno, la piel que quedaba el descubierto era como un lienzo esperando a ser pintado de una manera majestuosa, blanca como las nubes en día soleado, ¿pero quién es ella?

Viene acercándose al auto, no, no puede ser, pero si es Elena, me enfoco en sus hermosos ojos color esmeralda, es mi niña, pero si es Es toda una mujer, ¿dónde quedó su versión tímida y que se escondía del mundo? Demasiadas preguntas, demasiadas.

Entonces sonrió.

¡Joder! Juro que es la sonrisa más perfecta de este maldito mundo. Podía sentir como me analizaba mientras avanzaba con esa hermosa y definida mirada mientras avanzaba hacia a mí. Y yo como imbécil paralizado mirándola, ella iba entrando al coche y yo seguía inmovilizado, pero había algo más, algo en ella Un olor particularmente delicioso y sublime, un perfume único ¿pero qué diablos pasa conmigo? Me incitaba a prenderme de su cuello y no soltarla más, no sé qué estoy diciendo, pero estoy perdiendo el control de mis pensamientos.

Sigue sonriendo, lo sabe, sabe el efecto que tuvo en mí. Mi subconsciente le grita a mi cerebro que reaccione, esto va a salir mal si sigo así, es como si nunca había visto a una mujer. Pero es que no es una mujer, es una emperatriz, una reina, no, ella ni siquiera es de este mundo, es la perfección encerrada en ese ajustado vestido.

Forma una perfecta sonrisa, levanta el mentón y enarca una ceja solo entonces es que volví a la realidad, ella estaba allí, si, una diosa vestida de sangre estaba a mi lado, cuando escuche su voz finalmente pude respirar, su presencia comprimía todo el aire, su aroma era jodidamente embriagador, era tan suave y tenue que me tenía idiotizado.

-Hola cariño...

La mujer que nunca conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora