Corrimos juntas hacia la puerta principal. Intenté sacar las llaves de mi bolsillo, pero de los nervios se cayeron, y ahí estaba yo, temblando y mirando a Yuri mientras ella buscaba las llaves con la mirada y apartándose el cabello de la cara, con Alberto casi corriendo lleno de bolsas con comida. - ¡Las encontré! ¿Qué llave es?
-La- la redonda. -Abrió rápidamente y entramos, dejando al pobre Alberto solo. -Deja las bolsas en la cocina, ya sabes.
-Sí, ustedes no se preocupen por mí, estaré bien. -Subimos las escaleras, y entrando a mi habitación, Yuri revisó con eficacia mi armario, sacando una camisa roja que tenía en el fondo, que no sabía que seguía ahí.
-Ponte esto. Y... este pantalón. -Sacó uno negro, me agradaba. Me pasó un par de zapatos de tacón del mismo color que el pantalón. En ese momento llegó Alberto, y Yuri le dijo algo que yo no entendí mientras que me cambiaba junto a la cama. Alberto miró entre mi joyero y sacó unos pendientes de oro con piedras rojas brillantes. Yuri terminó sacando un abrigo largo negro, para que resaltara la camisa. Comencé colocándome la camisa y luego el pantalón. Me calcé y me senté frente a mi tocador, mirándome mientras intentaba descifrar qué hacerme en la cara.
-No te estreses. Para eso estamos aquí. Ahora respira y controla el tiempo. Nosotros vamos a ayudarte con el cabello y maquillaje. -Oí a Alberto decir, girándose hacia mí para poder vernos a la cara. -Yuri, tú alísale el cabello. Yo la maquillo.
-Hecho. -El hombre tomó mi maquillaje, y haciéndose frente a mí me comenzó a maquillar, sin dejarme ver nada de lo que me hacía. Cerré los ojos dejándome arreglar. - ¿Dónde está la condenada plancha?
-Aquí, en el segundo cajón, al fondo. -Dije señalando a mi derecha mientras que Alberto me aplicaba sombras. Yuri corrió desde el otro extremo de la habitación para alisarme el cabello. Colocó sus manos en mi cabeza mientras que la plancha se calentaba, peinándome suave con los dedos.
-Tienes un cabello muy bonito, ¿te lo han dicho? -Vi con los ojos entrecerrados cómo tomaba la plancha.
-Eso me ha dicho mi peluquero, sí. ¿Es por lo liso? -Sentí el calor cerca de mi nuca, y Alberto pasó a mis mejillas. Me aplicó lo que yo supuse era rubor, y al final terminó con el labial. Alcancé a ver que era rojo oscuro, y aproveché para mirar el reloj. Ya había pasado una hora.
-Sí, es precioso. Y lo tienes bien cuidado. -Sonreí, y Alberto finalmente se apartó, por lo que pude mirarme al espejo. Tenía los labios de un color sangre toro, no tenía rubor, pero sí me había puesto un poco de sombras doradas en las partes altas de la cara; como el iluminador de ahora. Me hacía ver los pómulos definidos, me había hecho un maquillaje que combinaba a la perfección con el vestuario. Se veía rojo brillante y oscuro en mis párpados, un delineado sencillo que hacía ver mis ojos más chinitos de lo normal. Me había puesto máscara de pestañas, en verdad me sentía bien. -Listo, yo también terminé. -la rubia soltó la plancha y pasó sus manos por mi cabello para terminar de acomodarlo.
-Mierda, los voy a contratar para que hagan esto cada vez que tenga un evento importante. -Dije detallando mi rostro de cerca.
-No, muchas gracias. Correr de la cocina a aquí no fue lindo. Prefiero hacerlo con tiempo. -Me giré para mirar al hablante. Era terrible ese hombre.
-Y mira, justo a tiempo para que nos vayamos a esperar a la casa de Alberto. -Yuri se sentó mirándome en el tocador mientras hablaba, al igual que Alberto.
-Exactamente, entonces, ¿nos vamos? -Dijo él, levantándose tranquilamente.
- ¿Vamos a comer? -Yuri sonrió al terminar la pregunta.
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Con las Alas Atadas //VERANA. (pausada)
FanfictionLa curiosa hija de Ana Gabriel descubre uno de los secretos del pasado de su madre, por lo que decide preguntar. Ana, aceptando contarle la verdad a su hija, le da hasta los más mínimos detalles sobre la aventura de años atrás. Poco a poco las flore...