PRÓLOGO.

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Esta historia comienza conmigo viendo trends en twitter mientras estoy intentando relajarme. Acabo de mudarme de la casa de mi madre a causa de mi matrimonio. El hombre con el que me casé hace seis meses está en su escritorio trabajando y yo bueno. Me tomé un día libre. Antes de todo, me presento. Mi nombre es Diana, la hija de Ana Gabriel. O así me conocen. Pero para llegar a este punto necesitamos saber sobre lo que hice en la mañana.

Ese día lo recuerdo como si fuera ayer. Quería tener un tiempo para mí, por lo que me levanté temprano, me bañé y arreglé y salí a caminar. Tenía más de lo normal a mis madres en mente, así que decidí que en la tarde les llamaría. Hacía casi un mes que no sabía mucho de ellas, y ese pensamiento me hizo sentir mal. Bueno, el día estaba algo gris, el césped recién cortado y húmedo olía realmente bien. Normalmente escucho música cuando hago esto, pero no este día específico. Quería disfrutar todo al máximo. Las hojas anaranjadas bajo mis pies sonaban a cada paso, y yo sonreía por alguna extraña razón. Recuerdo cuando hacíamos eso con mamá. Ella me llevaba de la mano y saltaba conmigo sobre los montones de hojas. Mamá. Esa palabra se repetía en mi cabeza. Tenía una pequeña rutina para ese día, y llamarla a esa hora no entraba en mis planes. La llamaría en la tarde. En la tarde. En la tarde, Diana. Tranquilízate. ¿por qué? No estoy entendiendo mucho. Pensaba mucho, como una costumbre. Cuando se trata de ella simplemente me dejo ir tranquilamente en su voz, pero no hoy. Temí lo peor. Creí que algo le había pasado. Pero inmediatamente calmé mis pensamientos y disfruté de la caminata. Me di cuenta de que en eso había llegado de nuevo a mi edificio así que simplemente entré y subí al apartamento. Me encontré con mi esposo yendo hacia la cocina, le sonreí y subí. Entré al baño para lavar mi cara, recogí mi cabello en una moña alta y aparté los que quedaban sobre mi cara. Me apoyé levemente en el lavamanos y sólo observé mi reflejo. Sentía algo bueno de hoy. Pensé ¿Y si en vez de llamar voy a visitarla? Oye, no sonaba como mala idea. Me encogí de hombros sonriendo, me emocionaba ir a verla. Sus abrazos son los mejores. Comencé limpiando mi cara con exfoliante y luego de unos minutos tenía una mascarilla puesta. Me arrepentí cuando me vi y me regañé mentalmente por no haber pensado en hacerlo con mi madre. Quería pasar mucho tiempo con ella. Me sorprendí a mí misma cuando me di cuenta. Bajé a la sala y me senté en el sofá de cuero verde oscuro. Suspiré y saqué el celular de mi bolsillo. Entré a twitter y vi en TT el nombre de mi madre. ¿Qué? Me volví a asustar. Eso ya no era casualidad. Pero ¿Verónica Castro? Ahora sí me dio curiosidad. Le di click y para mi sorpresa sólo había tweets de gente pidiendo material de ellas juntas. Pedían fotos, vídeos, gente preguntando por ¿fanfics? Oh, Dios, no. ¿será que? No. Obviamente no. Eso no creo que haya sido posible. ¿habrán sido pareja? Abrí los ojos cuando entré a ver un vídeo y vi a mi madre claramente intentando no enloquecer mientras miraba a Verónica. Ella sí me había contado que pasaban mucho tiempo juntas, pero ¿pareja? Eso tenía que averiguarlo. Y qué mejor que preguntarle a ella misma. Espero que no se moleste si le pregunto. Esperé a que se cumpliera el tiempo de la mascarilla mientras desayunaba y veía más y más vídeos de ellas, realmente no podía parar. Era increíble la tensión que se percibía. Subí para volver a lavar mi cara y vestirme apropiadamente para la situación. No le conté nada a mi esposo, preferí esperar. Siguiente a eso marqué el número de la línea de mi madre. Tardaba en contestar. Escuché cómo tomaba aire profundamente para hablarme y siguiente a eso su voz.

- ¡Diana! Mi niña, cómo te extrañé. Buenos días.

-Buenos días, mamá, yo también te extrañé muchísimo. ¿Cómo has estado?

-Cuidándome, ya sabes. ¿y tú? ¿Te has cuidado? ¿Te lavas las manos?

-Sí, mamá. Soy tu hija, tú me enseñaste a eso entonces no deberías preocuparte. -Reí levemente de ternura. En serio es increíble esa mujer.

-Tienes razón, tienes razón. Perdona. -Escuché cómo sonreía en la última palabra.

-No hay problema, mami. Oye, ¿hay alguna posibilidad de poder ir a visitarte hoy?

- ¿Hoy? Cuando quieras, sabes que mis puertas están abiertas para ti. ¿Vendrás acompañada?

-No, prefiero que no.

-Bien, aquí te espero. -Su voz me tranquilizaba mucho. Sonreí ampliamente.

-Intentaré no tardar. Cuídate mami, te amo.

-Igual tú, hija. Te mando un beso. -No alcancé a despedirme cuando ya me había colgado el teléfono.

Aunque los nervios me invadían por dentro de saber qué había pasado con Verónica, intenté respirar hondo, me despedí de mi marido y tomando las llaves del coche salí directamente al aparcamiento.

Con las Alas Atadas //VERANA. (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora