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- Lee Somin, eres oficialmente libre - habló el jefe de la prisión recogiendo los papeles que la nombrada acababa de firmar.
Ella sonrió ampliamente e hizo varias reverencias.
Salió del lugar y se paró frente a la puerta, observando sus alrededores, respirando el aire limpio.
Una sonrisa adornaba sus labios al vivir la sensación que tanto extrañaba, la libertad.
- Somin - una voz la llamó y ella giró la cabeza en esa dirección.
Hendery se encontraba apoyado contra su coche, vistiendo una chaqueta de cuero y unos pantalones negros ajustados, su pelo rosa mojado ya que estaba recién salido de la ducha, su característica sonrisa adornando los labios.
La chica se dirigió donde él y al ver sus brazos abiertos se abalanzó.
- Soy libre - habló sin poder creérselo.
- Y vamos a empezar una vida juntos - habló esta vez Hendery, con tono de alegría.
Somin salió de su pecho y levantó su cabeza, observando al chico.
Él bajó su cabeza para conectar sus labios.
Todo era magnífico para Somin, parecía que estaba viviendo la vida perfecta, y le daba miedo.
- ¿Qué pasa si te daño como pasó con Jungwoo? - preguntó ella con miedo en su mirada.
Hendery colocó ambas manos en la cabeza de la chica, una en su nuca y la otra apartando el pelo que caía por sus ojos.
- No va a pasar cielo, y si llega a pasar, lo superamos juntos - él acarició una de las mejillas de la chica con sus nudillos.
Somin suspiró hondo y se mentalizó asintiendo con la cabeza.
- ¿Vamos por hamburguesas? - preguntó Hendery intentando animar a la chica.
Ella sonrió levemente y asintió.
Antes de soltar al chico ella dejó un apasionado en sus labios.
- Gracias, por salvarme, quedarte conmigo y darme una mejor vida - habló Somin con sinceridad.
