Dios, lo primero que pensarías al ver la pareja de Kamitani, sería "son tan diferentes", ¿cómo pueden llevarse tan bien? ¿Cómo tiene la paciencia para aguantarla?
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El pelinegro sacaba unos Pocky de fresa de la almacena, siempre encontraba de estos por toda la casa de la castaña, literal. Abajo del mueble de la televisión, en el cajón de su ropa interior, en el gran librero, etc.
Una vez ya con su aperitivo, se fue a la habitación, encontrándose con su novia desparramada en la cama solo la camisa que la había robado.
— Dame un espacio, traje pokis. — la castaña gruño levemente y se movió con total flojera — ¿Quieres?
— Sí, sí, sí. Juguemos al ese juego del pocky. — Tan rápido como lo sugerio se sentó enfrente mío con una gran sonrisa —¿Si? ~
Suspire abriendo la caja, sacando un palitos, puse una punta en mi boca tratando de no romperla — Vamos, vamos. — no había pasado un segundo y la castaña ya estaba en posición. Empezamos a morder, faltaba poco para que nuestros labios se juntarán, pero quería besara de una vez. Así que deje caer el pocky, agarrandola de las mejillas jutandonos en un lento pero apasionado beso.
— ¡El pocky! ¡Tramposa! — refunfuñando saco otro y lo empezó a comer — Como hiciste trampa, ahora besame.
— Sus deseos son órdenes.
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