Twenty-six centimeters.

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— A-ah... uff, mierda Hyuck... —Mark suspiraba entrecortado, apretando las sábanas bajo su cuerpo entre sus dedos. Donghyuck lo mira, atento, hambriento, deleitándose con la  excitada expresión que poseía el pelinegro en su rostro. Por su frente descendían gruesas gotas de sudor, sus ojos estaban entreabiertos, más oscuros de lo usual, sus labios se encontraban muy húmedos y con porciones rojizas por las mordidas que él mismo se proporcionaba.
Estaba hecho un auténtico y hermoso  desastre, y Donghyuck era el causante... y eso al mayor le encantaba.

Acuna en el interior de su boca los testículos de Mark, succionando intensamente fuerte y haciéndole apretar la expresión en su rostro, soltando una maldición al aire, bastante fuerte.

Los lamió un poco antes de arrastrar su lengua por la larga extensión del miembro hasta llegar a la punta y mirarla con devoción, dándole pequeños besos calientes y un par de chupadas que hizo levantar a Mark las caderas del colchón.

— Trágatela toda. —demandó el menor, llevando sus manos al cabello de Donghyuck. Éste sonríe levemente e ingresa sólo una pequeña parte en el interior de su boca, haciendo sisear a Mark.— Sé que puedes meterla más profundo, vamos.

El castaño gime alrededor de la polla en su boca, aumentando la profundidad con la que la succiona.  Los sonidos húmedos, hacen que para el canadiense, todo sea demasiado. Donghyuck sumerge el gran miembro hinchado del menor en su boca, hasta dónde puede y, con las dos manos, abarca lo que no alcanza a entrar, masajeando con esmero y buscando hacer acabar a Mark en su boca lo más pronto posible.

Se moría por sentir el orgasmo del menor en su boca, viajando por su garganta e inundando sus papilas gustativas con el amargo sabor de su esencia. Quería sentir esa caliente semilla derramándose a lo largo de su lengua y quería que fuese abundante.

La sensación de ahogo y mareo al no poder respirar correctamente por las furiosas y nada complacientes embestidas de Mark a su garganta le hacían sentir como si fuese una puta, pues sólo se excitaba mucho más.

Intentó llevar una de sus manos a su propia erección, buscando un poco de alivio, sin embargo, al notar aquel detalle, el menor gruñó, mirando a Donghyuck con los ojos líquidos lascivia y muy enojados.

— Si quieres correrte, hazme venir primero. —le advierte, con la voz ronca como el infierno. El mayor gimió en desaprobación, pero eso le hizo querer hacerle terminar mucho más rápido, así que, tomando aire profundamente, logró meter un poco más de la mitad en su boca sintiendo arcadas. La saliva se acumulaba en abundancia en sus manos, las cuales masturbaban a Mark efusivamente.

Siguió chupando más fuerte y empalando su boca en la gran dureza del menor, hasta que éste movió abusivamente las caderas, dejándose caer del todo en la cama. Donghyuck pensó entonces, que se correría, pero Mark se sentó de repente y lo empujó de los hombros, apartándolo por completo de su erección.

El mayor le miró confundido. El pelinegro se limitó a besarle los labios con necesidad. Una vez logró juntat suficiente fuerza de voluntad para apartarse de la boca contraria, Mark le obligó a ponerse de espaldas.

— Ponte en cuatro. —ordenó con la voz grave. Donghyuck obedeció, un poco aturdido. El menor se ubicó debajo de su cuerpo, completamente acostado con su cabeza en la almohada y dejando el culo empinado del castaño justo en su rostro. El mayor entendió lo que Mark quería hacer cuando esté empujó su erección contra su boca, indicándole silenciosamente que siguiese chupándolo.

Estuvo a punto de hacerlo, pero en ese momento, Mark ahondó en su entrada con su lengua de repente, como en la madrugada, y Donghyuck se retorció, arqueando su espalda.

— ¡A-ah, Makku! —gritó, pues el menor no sólo le preparaba con su lengua, moviendo expertamente en su apretado interior, sino que también se acerca con sus grandes y talentosas manos a su erección, atendiéndola. 

𝐅𝐀𝐋𝐎𝐅𝐈𝐋𝐈𝐀 | markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora