Jeon JungKook

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Terminando de acomodar una sudadera negra sobre su torso, Jeon JungKook tomó su mochila y bajó las escaleras encontrándose a su madre, quien portaba un hermoso vestido de color beige y tacones altos color crema.

—Ya me voy— informó llamando la atención de la mujer, quien liberó un suspiro al ver la apariencia de su hijo menor.

Pantalones de chandal oscuro, sudadera negra arremangada y tenis de bota color gris. Además de que su cabello se veía un poco desordenado y en su antebrazo derecho se podían apreciar varios tatuajes, los aretes que brillaban en su oreja era lo que más llamaba la atención.

—¿No has pensado en cortarte el cabello?

—No, así me gusta.

—Kookie, sabes que yo jamás e dicho nada con respecto a tu forma de vestir, pero de vez en cuando podrías vestirte un poco mejor ¿No crees?

El azabache la miró serio y suspiró. Sus padres pertenecían a un círculo social que se podría considerar de alto nivel, tenían mucho dinero y además de todo, su familia era pura, todos eran Alfas y apesar de eso, había una diferencia con respecto a las demás familias de sangre pura: sus padres se preocupaban por él y sus dos hermanos mayores. Sin embargo la personalidad de JungKook no le permitía vestirse ni actuar de la misma manera en que lo hacía el resto de su familia.

Los trajes formales y peinados elegantes no eran lo suyo, así que prefería sentirse cómodo con su propio estilo, algo que sus padres no criticaban, pero los demás a su alrededor sí, aunque realmente no le importaba.

—Lo intentaré— susurró. Después de eso dejó un beso en la frente de su madre y finalmente se marchó.

—¡Ten cuidado cariño!

Logró escuchar el grito de la mujer cuando se subió a una hermosa y brillante Suzuki de color negro. Su motocicleta podía ser incluso más importante para él que alguna de las novias que había tenido anteriormente, por eso al detenerse frente a una casa unas cuadras más adelante de la suya, miró con ojos asesinos a su mejor amigo cuando por poco le da una patada al subirse.

—Estuviste a punto de morir Jiwon.

—¡Lo lamento!

El chico de cabellos blancos sonrió ampliamente y se sujetó levemente de la cintura del azabache antes de que este arrancará nuevamente para llegar finalmente a la universidad.

Yoon Jiwon era un muchacho cuya personalidad resultaba sumamente alegre. Era un muchacho muy atractivo y de sonrisa adorable. Además era el mejor amigo de JungKook y al igual que Taehyung, fue testigo de todas las cosas que sucedieron desde la secundaria y de su rivalidad con Park JiMin, por eso aquel odio irracional hacia el peli gris se le fue transmitiendo rápidamente y pronto el odio se hizo más grande ya que de manera involuntaria, JungKook siempre lo mencionaba, y es que el peli blanco tenía un pequeño secreto... A él le gustaba su mejor amigo, pero no se atrevía a decirlo en voz alta, especialmente porque nadie sabía que era gay y mucho menos sabían que era un Omega.

Los celos de que JiMin siempre fuera mencionado por JungKook le hacían enojar, aunque lo único que el azabache hacía era criticar y hablar mal del muchacho, Jiwon sentía como si le pusiera demasiada atención... Sin embargo era muy bueno ocultando sus celos y también sus sentimientos.

—¡Won!

El nombrado salió de sus pensamientos y se dio cuenta de que JungKook le había estado hablando desde hacía varios minutos.

—¿Eh?

—Diablos hermano ¿Dónde tienes la cabeza el día de hoy? Llevo hablándote desde hace un rato.

—Ah... Lo lamento— en ese momento agradeció que JungKook no pudiera ver su sonrojo— ¿Qué decías?

—Te dije que si ya viste a la hermana menor de Seth.

—¿Seth Bennett? ¿El chico extranjero y presumido de último año?

—Solo hay un Seth conocido por toda la universidad.

—Es cierto... Por ser taaaan guapo— dijo mientras rodaba los ojos.

—Realmente no me importa si él es guapo, pero su hermana es hermosa... Hace dos semanas iniciaron nuevamente las clases y la chica ya es bastante popular.

—Lo sé — murmuró frunciendo los labios. Genial, ahora no solamente JiMin le provocaría constantes celos— Aunque tampoco creo que sea la gran cosa.

—¿Bromeas? ¡Es preciosa!... Era de esperarse que se hiciera tan popular, con su hermano pasó lo mismo, solo espero que ella no sea una engreída.

—Yo espero que si— susurró.

—¿Qué?

—¡Ah! ¡Nada!

—Como sea, odio a las personas engreídas... Me recuerdan a ese idiota de Park.

"Y ahí va de nuevo" pensó suspirando.

JungKook recordaba que cuando eran niños se llevaban bastante bien, eran inseparables y se defendían de todo... Eran ellos dos contra el mundo. Recordaba que juntos lloraron y también rieron, recordaba que en aquel entonces los secretos de uno, eran los secretos del otro, se amaban como si fueran hermanos... Hasta que un día, en el último año de la escuela elemental, JungKook se tropezó con un pequeño relieve en el piso y accidentalmente empujó a JiMin haciéndolo caer en un charco de agua.

Recordaba que le pidió disculpas al menos mil veces y el tierno niño castaño parecía que las había aceptado. JungKook realmente estaba muy avergonzado y creyó que JiMin realmente lo había perdonado, por lo que esperaba, siguieran siendo amigos, hasta que un día lo vio vaciar una lata de refresco dentro de su mochila arruinando todos sus libros y cuadernos.

Desde ese momento surgió un sentimiento negativo dentro de su relación y el odio poco a poco se fue acumulando hasta llegar al punto de querer golpearse cada vez que se encontraban.

En la secundaria JungKook esparció el rumor de que JiMin se acostaba con Alfas y Betas a cambio de dinero, algo que sin duda causó un gran escándalo entre los estudiantes e incluso entre los profesores, tanto que JiMin fue señalado por mucho tiempo, hasta que los rumores cesaron y las cosas finalmente se aclararon demostrando que todo aquello era una mentira. Después de eso tuvieron una pelea a golpes en donde los dos terminaron en el hospital, y es que a pesar de que JiMin tenía un cuerpo más pequeño y delicado, era demasiado brusco y tenía mucha fuerza.

La maldición los persiguió hasta ese momento, cuando una vez más estuvieron en la mismas clases dentro de la misma universidad, así que estaban totalmente distanciados pero al mismo tiempo siempre estaban cerca.

—Si hablas de JiMin te pondrás de mal humor— habló Jiwon al mismo tiempo en que bajaba de la motocicleta en el estacionamiento de la universidad.

—Tienes razón... Espero no encontrarlo hoy.

Pero la maldición al parecer se empeñaba en fastidiarlo, pues ni bien acabó de decir eso, sus ojos captaron el momento exacto en que JiMin junto con sus amigos también bajaban de un auto y sus miradas se cruzaron por un breve instante.

—Genial, ya se arruinó mi día— murmuraron los dos al mismo tiempo.

































Algo que se tendría que entender, es que ellos eran niños cuando empezaron a pelearse y eran inmaduros, pero conforme pasó el tiempo esas pequeñas maldades como empujones y así, se fueron agravando y ya hacían cosas peores, por lo que también fue creciendo ese, se podría decir, odio. Aunque realmente todo inició por un empujón.

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