La expresión que Jin me regalaba en esos momentos me lo decía todo. Me limité a ladear la cabeza y suspirar. No necesitaba ninguna contestación por su parte si lo único que me iba a soltar era otra de esas mentiras que llevaba creyendo desde solo él sabe cuándo.
-No contestes. Suicídate. Me da igual. De todas formas me tocará revivir este día una y otra vez, porque más que matarte tú, me estás matando a mí, SeokJin. Adelante, córtate las venas, asfíxiate, salta de algún sitio o ahógate, porque yo tendré que descubrir por qué lo haces. Venga, muere.- Mi frustración y enfado estaban a unos niveles jamás alcanzados, y es que de verdad que no entendía a Jin por muchos días que viviera con él. Perfectamente podría haber pasado un año reviviendo lo mismo, 365 días con la misma historia.
El chico me miró patidifuso, temblando segundos después. Acabó pasando lo que yo dije que pasaría, era inevitable: Jin se suicidó. ¿Cómo? Ni idea, de todas formas reviviría, ¿no? Pues le podría preguntar al día siguiente, daba igual. Para mí el día siguiente volvería a ser agosto, él seguiría vivo y los siete volveríamos juntos. Mi plan era dejarlo morir las veces necesarias hasta poder salvarlo, porque sí, aún quería salvarlo, pese a haberle dicho algo tan horrible, Jin era el chico que me gustaba, como antes le había dicho, y por el momento aún mantenía la cordura. Pensé en el plan toda la noche, alejado del móvil y los cientos de mensajes que me estaban llegando, probablemente eran ya las doce de la noche, lo que significaba que esos mensajes eran procedentes del grupo donde estábamos los siete, estaría hablando lo de siempre. Yo lo ignoré, me sabía la conversación de memoria: '¿Mañana alguien me acompaña a por algunas cosas a Itaewon?', ese mensaje era de Jungkook, '¿Qué se te tiene que haber perdido en Itaewon?', Yoongi, 'Tal vez el dinero', Hoseok, entre más. Yo me dediqué a revolverme por la cama entre suspiros e incomodidades, principalmente de temperatura. ¿Por qué hacía una temperatura más baja de lo normal? Tal vez era yo, que sí que empezaba a perder la cabeza.
Desperté a las diez de la mañana, pues sabía que la gasolinera estaría a cargo de otro chico ese día, es decir, tenía el día libre. Me puse pantalón y camiseta, todo corto y fresco, pero al salir me encontré con un clima diferente. Me quedé mirando el cielo recordando si ese día tendría que llover, y entonces caí en la cuenta. Rápidamente fui a ver el móvil, encontrando que era 13 de septiembre. Trece. Septiembre. Me reí porque hasta había perdido la capacidad lectora, pero la televisión y la radio indicaban lo mismo que mi móvil. ¿Septiembre aún? Debía de ser un sueño, una pesadilla más bien.
Con la respiración agitada pasé una hora rebuscando entre mis contactos a los chicos, topándome de esta forma con los mensajes de esa noche:
Hoseok: No hagas nada tú también, ¿vale?
Jungkook: Siento mucho la pérdida. ¿Podemos vernos?
Taehyung: Jamás lo hubiera esperado... espero que no te sientas culpable.
Yoongi: Dime que tú estás bien aún.
Jimin: ¿Estás libre esta tarde? Necesitas desahogarte... y yo también.
Oh, así que al parecer alguien debía morir para reclamar atención, qué interesante. La gente te hace pasar malos momentos pero cuando estás muerto hablarán de ti como si hubieras sido un héroe, apoyarán a sus personas más cercanas como si hubieran sido amigos de toda la vida, inseparables de la víctima.
Tiré el móvil a la cama llevándome a la cara las manos. No podía ser. ¿Aquella fue la última vez que vi a Jin? Le hice sentirse mal, le dije que acabara con su vida, yo lo animé a hacerlo, ¿cómo no me iba a sentir culpable después de haberle dicho eso? Puede parecer increíble, pero no lloré, incluso hablé con los demás y quedé con ellos por la tarde para ir al funeral. En él todos lloraban su muerte, incluso las personas con las que no se llevaba especialmente bien. Me miraban constantemente por no derramar ni una lágrima, y por suerte nadie allí sabía que ambos éramos más que amigos, porque de haber sido así, las miradas no serían cuchillos, sino katanas. Cargamos el ataúd su padre, su hermano, Hoseok y yo, mientras que su madre llevaba la foto. En el entierro nuevamente fui el único que no lloró, pero consolé a Yoongi y a Taehyung. Los seis nos quedamos los últimos delante de la tumba, y creo que no lloré porque no me daba cuenta de la situación, mi mente continuaba pensando que retrocedería en algún momento, estaba dispuesto a todo por salvarlo de verdad, por volver a traerlo conmigo y poder morir por el tiempo y no por un corte en canal en el brazo.
-Namjoon. Eh, Namjoon.- Levanté la cabeza para ver quién me llamaba, girándome hacia Jimin, quien hizo contacto visual conmigo y ladeó la cabeza.
-¿Sí?- Pregunté, pero solo le hizo torcer la cabeza un poco más, pues él no había sido quien me había llamado. Miré a los demás para preguntarles quién había pronunciado mi nombre, pero todos negaron con la cabeza. Entendí que se asociaron entre sí para intentar levantarme el ánimo, pero poco a poco me estaba cayendo en el abismo de la verdad, y todo era tan oscuro que provocaba frío y miedo.
Allí nos quedamos mirando la lápida, y por mucho que leyera ponía lo mismo: 'Kim SeokJin (1992- 2016) Gracias por provocar sonrisas'. Los demás se fueron a por algo de beber, aunque fue una excusa más que clara para dejarme a solas con él. Solo logré suspirar, pues cuando iba a hablar, alguien me interrumpió. Era un oficial de policía, traía en la mano una carta a mi nombre, la cual abrí en cuanto se fue.
''Para Kim Namjoon...''