La Herencia

3 0 0
                                    


1997/13 de octubre

Cerca del centro de la ciudad en una pequeña empresa un joven de aproximadamente veintinueve años miraba desesperado el reloj, como si al hacerlo llegaría más rápido la hora de irse a casa. Sería padre en un momento, su esposa daría a luz esa tarde, su jefe le impidió ir, había mucho trabajo pendiente, pasadas las diez de la noche y el aun no terminaba.

Un hombre lo estaba observando desde la azotea del edificio de a lado, no estaba solo, llevaba con él a una niña que no dejaba de hacer preguntas, se tele transportaba por todo el lugar.

⸺¿Cuánto más va a tardar, papá? ⸺ La niña miraba ansiosa el edificio donde se encontraba el joven.

⸺No mucho...podrías por favor quedarte quieta, por eso no dejo que me acompañes a recolectar almas. Esto necesita paciencia.⸺ El hombre de capucha negra claramente era muy impaciente.

Dejo de tele transportarse y se apoyó en la barda de la terraza junto a su padre, estaba realmente emocionada de ver al joven salir por la puerta trasera. La recolección de almas era más que solo usar un guante negro como sus hermanos mayores le contaban, quitarle el alma a un mortal era un trabajo de investigación que podía llevar años si no se realizaba de manera correcta, un trabajo que no perdonaba errores. Emma pensó que era realmente aburrido la investigación, Mason le había contado otras cosas, los mortales eran seres pequeños y azules, sus ojos pierden color una vez que el alma sale de su pecho.

Dentro de la oficina el joven se había desesperado, acomodo sus papeles, tomo su maletín y salió por la puerta trasera del edificio, justo como el hombre de la capucha negra dijo. Emma estaba a punto de decirle a su padre que el joven había salido del edificio cuando este ya se había tele transportado, ella lo siguió, cuando llego encontró a su padre con su mano clavada en el pecho del mortal, el joven batallaba para respirar y sujetaba con ambas manos al hombre de capucha negra.

⸺Acércate, quiero que veas como se hace.⸺ Dijo su padre mientras sacaba un tubo de ensayo.

El joven no había notado a la niña, le rogaba con la mirada que hiciera algo, que lo salvara de lo que sea que estaba haciendo el hombre de la capucha, Emma se quedó en su lugar, sin creer el dolor que podría estar pasando el mortal.

⸺Papá...deberías dejarlo ir, quizá tiene familia...⸺ Su padre la ignoro y continuo con su tarea, Emma sentía algo que corría de sus ojos hacia su mejilla, se asustó – Papá...algo está saliendo de mis ojos.⸺

Esta vez tenía toda la atención de su padre, Emma estaba llorando, los de su raza no pueden llorar, no sienten. Su padre retiro su mano del pecho del mortal, una esfera de luz salió y entro al tubo de ensayo que guardo en su capucha negra. Miro a su alrededor y se acercó a su hija.

⸺Tenemos que hablar de esa agua que salía de tus ojos, hija⸺ Tenía una expresión muy seria al respecto.

Emma sentía todo, miedo, tristeza, angustia y culpa. Quería ayudar al joven que estaba tirado al fondo de ese callejón.

⸺Me quiero quedar a ver la ciudad, puedo volver más tarde a casa.⸺ Eran casi las once de la noche, no era su primera vez rondando por la ciudad, su padre estaba cansado. No dijo nada, solo se tele transporto.

Intento con mucho cuidado limpiar el agua de su rostro, tenía miedo que fuera venenosa. Se acercó al cuerpo del mortal muy despacio, aunque no había por que tener miedo, el ya no estaba ahí. Los mortales y ellos no eran muy diferentes, eran iguales, observo de cerca sus ojos aun abiertos viendo a la nada, pero estos se posaron en Emma y la mano del joven la tomó por sorpresa.

-Charlie...- Fue lo último que salió de su boca, sus ojos volvieron a perderse en la nada. Emma retrocedió unos pasos, estaba por tele transportarse a casa, no se sentía bien. Aunque algo hacia ruido en su cabeza, ¿Quién era Charlie?, fueron las últimas palabras del mortal.

Hija de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora