─── ❝¿Quién osaría a posar una desprevenida vista en un angelical ser? ❞
⤷ No copias y/o adaptaciones.
⤷ Historia completamente mía.
ɞ Obra registrada en Safe Creative: 2101026484220
७ Portada hecha por @-sungtiny ♡
Revoltosos rizos en una curiosa cabeza, se tiñen de color caoba puestos al sol, con una mueca desinteresada aparta sus cabellos y continúa recolectando ligeras flores del almendro que habían florecido temprano este año.
Ciertamente, una despejada mañana con una tranquilidad inmutable; por ello, JungWon se embelesaba en la idea de poder apreciar las flores él solo, se cuestionaba a sí mismo si ellas también se inquietaban por la imponente presencia del sol.
Era muy distinto cuando el campo brillaba por la ausencia de los molestos y ruidosos pobladores que lo hostigaban. ¿Por qué estropear su preciado día con banales recuerdos? Así que decidió tararear e imitar la misma armonía que su madre cantaba a pocos metros de distancia.
Ella se reposaba en un banco de madera tratando de inclinar las vasijas de leche, a su parecer, su mamá era similar a una nube, suave y a la misma vez preciosa.
Siempre mantuvo una gran admiración hacia ella, JungWon podría tener los mismos años que los dedos de una sola mano, pero no era ingenuo, podía reconocer todo el esfuerzo que ella realizaba por ambos.
En su pequeña cabeza, llegan demasiadas confusiones, solo tuvo la oportunidad de ir al centro del pueblo un par de veces y constantemente observaba lo mismo ¿Por qué las familias son numerosas en el pueblo a diferencia de la suya? Es decir, él también deseaba conocer todo desesperadamente por su insistente curiosidad. Sin embargo, existen temas que solo con el tiempo se pueden abordar.
Tal vez en otro momento o en otra ocasión, podría consultarle. Por ahora, se preocuparía en decidir si la flor de la izquierda era más alta que la derecha. Con su diminuto dedo meñique empieza a compararlos, a su percepción, la de la izquierda lideraba por algún centímetro, aunque era algo insulso para poder notarlo. Un abrupto sonido se acercaba, semejante a metales resonando, le recordó al sonido de los gigantes animales de color marrón que recibían el extraño nombre de caballos.
JungWon estaba saltando constantemente sobre sus dos delgadas piernas tratando de observar quién era el enigmático personaje en el carruaje; sin embargo, no se podía apreciar nada ni una pequeña pista de quién podría ser. Cuando cesaron de sonar los metales, se dio cuenta que el destino del carruaje se había detenido en su hogar, en la cabaña cobriza donde tantos recuerdos permanecen.
Un señor de esbelta figura descendía de la carroza y en su mano derecha, llevaba una pequeña bolsa de tela, su madre se acercaba a este con dos jarrones de leche, los cuales eran recién ordeñados. Intercambiaron ciertas palabras mientras que la mujer de bajo perfil recibía la bolsa de tela con una gran emoción.
Quizás JungWon hubiera continuado observando la curiosa escena debido a que era muy singular observar a un señor de tal porte y elegancia cerca suyo aunque su total atención se desviaba por un persistente movimiento en la parte trasera del carruaje, se acercó rápidamente para percibirlo de cerca, a la misma vez, de forma sigilosa porque en realidad el señor de ilustre traje no brindaba tanta confianza.
Mientras más se acercaba, se escuchaba de forma notoria algunos suaves gemidos de dolor; por ello, se aproximaba de forma más apresurada para poder ayudar a cualquiera que se encontraba ahí dentro, pero sin descuidar y colocar una silenciosa mirada en la entrada de su hogar y vigilar si el señor continuaba distraído.
Apoyó sus dos pequeñas manos en la hendidura del baúl de la carroza, por suerte, este era a su altura, mas eso no quitaba que tenía que apoyarse de puntitas para obtener una mejor vista.
-"¿Hay alguien ahí?"- provenía del interior del baúl con una voz desganada y con fuertes golpes resonando.
-"Por favor, no hagas bulla, te lo pido"- JungWon trataba de abrir la hendidura nuevamente aunque estaba rígido, pero lo que menos necesitaba es que la persona que se encontrara dentro hiciera ruido y el señor de porte elegante se diera cuenta. Como respuesta, el castaño solo escuchó suaves resoplos y un susurro accediendo a su petición.
La hendidura fue abierta y una cabellera rubia brotaba de esta con una sencilla sonrisa, empero, tenía un corte delgado rojizo en su mejilla izquierda pero eso no reducía su inocente aura.
-"Gracias, gracias, gracias"- repetía constantemente mientras acunaba las manos del castañito sobre las suyas. Las apartó suavemente, tomó un pequeño impulso y saltó del antiguo baúl.
JungWon estaba atónito, era un niño, uno similar a él, no había observado uno en su vida, su madre siempre le recordaba que era el único niño del pueblo y que la admiración que le tenían los demás también se originaba por esta razón. Lo más insólito fue apreciar que portaba un mismo traje que el señor alargado. Solo que obviamente de forma pequeña para su edad.
-"Ven, vamos, el Sr. Sho te puede ver, no es buena idea, si se da a conocer que estoy acá"- sujetó el brazo del castañito mientras se alejaban de la carroza. Se detuvieron cerca de un rebaño que no estaba tan lejos de la cabaña, alrededor de 40 pasos, poco para un adulto, pero demasiado para su corta edad.
Aunque abruptamente pararon. A contradicción del rubio que pensaba que continuarían hasta alejarse del carruaje.
-"Deberíamos volver"-sujetó la parte baja del uniforme del rubio que ahora se encontraba un poco sucio por todo lo ocurrido. -"No, no creo. Él va a estar realmente furioso si me encuentra"
Jay estaba exhausto de sus constantes obligaciones, su padre limitaba la mayoría de las acciones que él realizaba; por esta razón, librarse un corto tiempo del entorno que realmente despreciaba, era agradable. Aún más, despejar la mirada de los rutinarios señores de rostros arrugados y posarlas en el castaño del costado. Jay se preguntaba si realmente era posible tener ojos tan grandes como el menor. Probablemete, hubiera continuado observándolo con la misma adoración pero también percibía un rostro de preocupación y de temor.
No llegaron tan lejos hasta que el más pequeño se tropezó, el mayor hizo un esfuerzo para levantarlo, recogió su mentón con su mano derecha y se fijó en las cristalinas lágrimas que seguían un camino en su rostro. No le gustaba ver llorar a las personas, menos a alguien con un rostro tan tierno y dulce. Por eso, soltó un espeso resoplo.
-"Deberíamos volver, ¿Verdad?"- le dedicó una mirada de comprensión y arrepentimiento, mientras que JungWon asentía con su cabeza y con los ojos recubriéndolos con una capa ligera de lágrimas.
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