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En esta ocasión, como siempre, dijo muchas cosas, cosas de las que, solo quizás, ahora se arrepentía. De esas cosas que todos escuchan, pero ignoran, que todos sabían, pero ignoraban. Nadie podía controlar la explosiva actitud de Yoongi cuando se enojaba, nadie era lo suficientemente valiente como para evitar que dijera todas las barbaridades que había soltado esa noche lluviosa.

Todo comenzó en la sala de prácticas, antes de la grabación de un performance video de uno de sus hits del momento, por fin había llegado su máximo reconocimiento, éxito tras éxito, había logrado expandirlos mucho más internacionalmente, teniendo la fama que siempre merecieron.

Tras las cámaras estaba el staff de esa noche, contados pues la situación no ameritaba gran soporte más allá del equipo de cámara y música, se apartaron lo más posible de los idols para evitar que se viera algún reflejo suyo en los enormes espejos laterales del salón de baile, en los cuales ahora se reflejaba una acalorada discusión entre dos miembros del grupo.

Realmente, ninguno de los presentes recordaba cual fue el verdadero punto detonante de todas las palabras hirientes que aquella pareja se gritaba con ferocidad uno al otro, ni siquiera ellos recordaban porque se gritaban, pero lo hacían con tal odio que parecía algo reservado desde hace mucho tiempo, como un león hambriento, encerrado en una pequeña jaula y que una vez esta se abrió, desgarró a la primera presa que se cruzó frente a sus ojos. Sus gritos opacaban la melodía de la energética canción que había empezado a sonar inoportunamente, todo bajo la mirada de los demás chicos.

—¡Eres un imbécil, Min! —gritó el rubio con sus mejillas sonrojadas del enojo.

—¿Y tú qué eres? ¡Un maldito bailarín que es famoso por mi música, mis composiciones, mis letras! ¡Yo compongo mis letras, muestro sentimientos mientras tu solo mueves los pies y te haces el irresistible!

—¡Tú no sabes lo mucho que cuesta ser un buen bailarín! es obvio, ¡Tú solo con hacerte el malo y sacar la lengua estás satisfecho! —sus gritos se tornaron gangosos a la vez que sus ojos se cristalizaban. Sin tolerar las palabras que salían de su propia boca, que parecía haber cobrado vida soltando blasfemias sin filtro alguno.

—¡Yo no me esfuerzo en dar lástima para que la gente me quiera!, ¿A quién le importa que te sientas mal con tu peso? ¡eres un puto fracasado de cara bonita!

Una cachetada resonó en la sala de baile, Yoongi giró su cabeza ante el impacto sintiendo como el ardor se expandía en su mejilla izquierda, entonces la música se detuvo, trayendo un silencio sepulcral.

Jungkook y Hoseok ya se habían ido de la habitación, hartos del ambiente tenso que quedaba después de las fuertes discusiones de la pareja. Taehyung, Namjoon y SeokJin, simplemente habían intentado ignorar el impulso de interrumpir. Pero nadie pudo evitar girarse al oír aquel golpe. No era la primera vez que los veían pelear, pero si era la primera vez que llegaban a una agresión física.

—Dime que no hiciste eso, Park Jimin.

Jimin solo lo miraba con sus ojos lagrimosos y mirada desolada, sosteniendo su mano culpable con fuerza, como si quisiera arrancarla de su cuerpo, incapaz de creer que se había atrevido a golpear a aquel que consideraba su confidente.

—Escúchame, Park. — lleno de rabia, se acercó de forma amenazante hasta Jimin, quien hizo lo mejor que pudo para alejarse, hasta que choco con unos de los espejos de la pared, quedando acorralado por su mayor — Si tú y yo sabemos algo, es que de todos en este maldito grupo eres el más inútil. Es simple, cariño. Hasta un perro con pantalones ajustados puede suplantarte y lo haría incluso mejor.

Sus palabras resonaron fuertemente en la conciencia de Jimin, convertidas en un eco asfixiante que lo sumergía lenta y dolorosamente en aquel profundo abismo del que creyó haberse escapado cuando consiguió alcanzar el objetivo por el cual luchaban mundialmente, amarse a sí mismo. Se sentía traicionado, y por un momento, se arrepintió de todas aquellas veces en la que le profesó su amor eterno a aquel que ahora lucía como un desconocido frente a sus ojos. Jimin boqueo, tratando de hablar, pero nada salía de su boca, solo patéticos balbuceos, con la intención de buscar las palabras correctas para esquivar lo que acababa de escuchar.

Min no lo había notado, o tal vez si lo había hecho con toda la intención y ya no sólo buscaba defender su dignidad sino herir a Jimin.

—¡Estabas a aquí solo por tu según y talento! ¡Ni siquiera puedes crear tus propias canciones! —continuó —Pero justo ahora, ¡Cualquiera podría sacarte del visual y vocal del grupo! ¿Por qué crees que te dan tan poca participación en las performances? ¡Das asco!

—Yoongi, detente ahora mismo. —Namjoon habló en un tono autoritario, pero no fue escuchado, su voz debilitada por el pánico ante las consecuencias que podría tener la discusión.

Esto ya no era una simple pelea de parejas, era una masacre verbal.

—¡Eres el miembro más reemplazable de los siete, incluso más que SeokJin! ¿Por qué no te largas? ¡Maldita sea!

—P-por favor... para, e-es suficiente —murmuró perturbado Jimin.

—¡Las excusas que te dan sobre tu poca participación son puras mentiras! ¡nadie te dirá que eres un inútil, Jimin, soy el único estúpido acá que quiere ser sincero contigo! — Grito cínico — Entiéndelo, ¡tu "momento de brillar" nunca llegará! ¡No tienes propósito aquí!

—¡Min Yoongi será mejor que cierres la boca! —Seokjin lo mataba con la mirada.

Cuando alzó la vista se encontró con los furiosos semblantes de sus compañeros, y al voltear un poco se encontró con el níveo rostro de su pareja lleno de densas lágrimas que no parecían querer detenerse. Yoongi había quedado fuera de sí, parpadeó varias veces con el ceño fruncido cuando se dio cuenta de que la había cagado. Sintió sus mejillas calientes mientras su enojo pasaba, dándose cuenta de su error.

Se acercó lentamente, como si Jimin fuera un animal salvaje, un conejo indefenso al cual temía espantar y se le acercaba a pasos lentos e inseguros, expectante ante cualquier reacción, trató de acariciar la mejilla de Jimin, quién lloraba sin pudor alguno, el dolor en su corazón minimizaba cualquier sentimiento de vergüenza que normalmente sentiría al llorar en público, y cada pequeño sollozo le ardía en la garganta.

Apartó bruscamente las manos de Yoongi cuando las vio peligrosamente cerca de su rostro, y se fue corriendo a su propia habitación, una que, años atrás, había implorado poder compartir con su pareja, a quien ahora no quería ni verle la sombra.

Apartó bruscamente las manos de Yoongi cuando las vio peligrosamente cerca de su rostro, y se fue corriendo a su propia habitación, una que, años atrás, había implorado poder compartir con su pareja, a quien ahora no quería ni verle la sombra

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Min no se había movido de la puerta de Jimin en toda la noche. Se sentía culpable, al punto de que no había podido pegar un ojo ante aquel sentimiento que lo acechaba como un espectro de sus errores, y los sollozos de su pareja que escuchaba a través de la puerta le llegaban como una daga al corazón.

¿Cómo pudo ser tan cruel?

Su novio era un bellísimo ángel, era perfecto... todo en él lo era... Pero, Yoongi abría la boca y seguía arruinando las cosas. Trataba de disculparse entre balbuceos rotos y palabras mezcladas de una y mil maneras y sólo era respondido por pequeños hipidos ahogados por la puerta que los separaba.

Ahora ya era tarde. Sus discusiones habían llegado a un límite y lo supo cuando la puerta se abrió al fin, dejando ver a su pequeño chico con aquella mirada fría pero llena de dolor que pensó nunca volver a ver. Cargaba con una maleta plástica negra aquella que le había regalado Jungkook en uno de sus viajes a Roma. Su gorro y lentes oscuros, como cada vez que iban a un aeropuerto.

Jimin no se molestó en si quiera observarlo cuando pasó a su lado, lo ignoro y caminó paso seguro a la sala, pero con el corazón en la mano. 

𝗦𝗜𝗠𝗣𝗟𝗘 | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora